Capsulas de Carreño

La Sub 23: última oportunidad.. Por Javier Castell López, El Heraldo

Por Javier Castell López, El Heraldo

*Los minutos finales contra Argentina fueron dramáticos, desordenados; emocionantes, desesperados; mal jugados, bien luchados. No hubo reproches sólo “tristeza solidaria”.

Solo habían pasado unos cuantos minutos desde mi reconocimiento al juego practicado por la Selección Colombia, durante el comentario de entretiempo por la transmisión de Blu radio, cuando Argentina le convirtió dos goles y, otra vez, ratificaba su eficacia y esa particularidad que le es propia a las selecciones mayormente ganadoras: aún sin jugar bien y siendo dominadas por el rival, ganan.

Colombia, hizo en el primer tiempo, a mi juicio, el mejor fútbol durante todo este Preolímpico. Apenas solucionó algunas imprecisas acciones en la salida desde el fondo, se apropió del balón, del ritmo, de las mejores oportunidades de gol.

Por fin (ni en el período de preparación y tampoco en la competencia lo hizo) vi un equipo capaz de dominar el trámite, cohesionar algunas buenas individualidades que posee. Haber liberado a Benedetti para que más veces se encontrara con Carrascal, y confrontar la fuerza de los defensas argentinos, no con fuerza, sino con la velocidad y desequilibrio de Carbonero y Cetré dejaron la impresión de que había sido un buen plan pre-partido.

Si además, Fuentes, el lateral izquierdo, recordó a aquel de sus inicios en el Junior, y el resto, con más o menos aciertos, participaban decididamente en la circulación y recuperación del balón, entonces quedó claro la supremacía colombiana, desafortunadamente no transferida al resultado.

Un cero a cero que no le hacía justicia al mejor despliegue  futbolístico que le vi al equipo dirigido por Arturo Reyes en este torneo. Pero, el fútbol está, también, hecho de detalles, como un remate perfecto al ángulo de Urzi (golazo), previa pérdida en la salida y un defensa que no da dos o tres pasos hacia adelante para acortar la distancia e incomodar al rematador; o una milésima de segundo que Pérez, defensa central argentino, toma al arrancar antes que Segura, defensa colombiano, para anticipar y cabecear a gol.

Dos golpes inesperados que la dejó perpleja y sin reacción. El ingreso de Márquez y García (dos delanteros de poca técnica y lucidez, pero con mucha voluntad y algún juego aéreo) era un mensaje del “todo o nada”, la antítesis de la fórmula del primer tiempo, pero Reyes tenía que hacer algo.

Un penal convertido por Cetré y la expulsión de Urzi, convirtieron los minutos finales en dramáticos, desordenados; emocionantes, desesperados; mal jugados, bien luchados; lamentados, reconocidos. No hubo reproches para la Selección sólo “tristeza solidaria”.

Mañana tendrá la última oportunidad para ganar el segundo cupo a Tokio: deberá ganarle a Uruguay (que sorprendentemente le compitió bien a Brasil) y esperar que Brasil no le gane a Argentina.

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