Capsulas de Carreño

Liga al borde del infarto. (r.p.)

Es Alianza Petrolera el puntero del campeonato, y si un equipo concebido para luchar por la permanencia en primera puntea la Liga, algo anda mal. Foto @APetrolera.

Ramón Pinilla
Columnista Cápsulas



*Luego de once fechas la irregularidad es la principal característica de los equipos que compiten por entrar a los ocho. Es como si nadie quisiera asumir la responsabilidad de sentirse candidato.

Está desnivelado el fútbol colombiano. América es goleado por Medellín, gana el clásico valluno y cuando juega por alcanzar la punta del torneo, no vence a Jaguares. Millonarios pierde con Santa Fe y Magdalena y derrota a Pasto para instalarse en posiciones de vanguardia sin convencer. Nacional iba invicto y en tres días perdió con Cúcuta de local y lo eliminaron de la Copa generando insatisfacción en su gente. Medellín, tras perder varios juegos seguidos, entró en crisis. El rojo ve a casi todos los equipos desde muy abajo en la tabla pero comienza a soñar con la remontada tras ganar en Envigado. Santa Fe perdió muchos de sus compromisos, pero ganó tres y ya se mete a la pelea. Junior parece que no arranca en Liga, pero no se descarta por ser el actual bicampeón. En fin…

No hay dominador de la Liga y el título puede caer en cualquiera. Y entonces la irregularidad se ve reflejada en otro dato, los técnicos que ya no tienen puesto: Sierra, Mendoza, Herrera, Camps, Garabello, Upegui, Torres y Sarmiento. El resultadismo en el fútbol acelera las decisiones administrativas, y mantiene a los dirigentes más nerviosos que de costumbre, con gatillo fácil para eyectar de sus cargos a conductores que en algunos casos ni siquiera llegaron a cinco partidos al frente de sus equipos.

Ni siquiera el Tolima que hasta hace poco era uno de los dos equipos más confiables del país, mantiene un alto rendimiento. Y Deportivo Pasto, que vivía un proceso bien elaborado con Alexis García, debió ver partir por problemas personales al hombre que los llevó hasta el subtítulo hace tres meses. Por ningún lado se observa jerarquía o mística, símbolos de superioridad.

Y si el fútbol colombiano carece de esas herramientas es porque envía una señal inequívoca de que lo que sigue en participaciones internacionales no será para el recuerdo. Lejos estamos de enamorar al continente con un equipo pragmático que imponga sus condiciones sin importar la latitud. Que juegue con los mismos conceptos en casa y de visita y esté blindado contra cualquier escenografía que les meta presión desde la tribuna.

Es Alianza Petrolera el puntero del campeonato, y si un equipo concebido para luchar por la permanencia en primera puntea la Liga, algo anda mal. No es culpa del elenco santandereano, que lucha por escapar del descenso, sino de los famosos, tradicionales y conocidos que no adquieren el rótulo de protagonistas, aún teniendo presupuestos que triplican y mucho más los recursos financieros del equipo del puerto petrolero.

Cuesta creer que un equipo con escasa nómina, encabece la tabla, pero así es nuestro balompié este semestre, dominado por comportamientos grupales e intimidad asociativa, más que por talento descomunal dentro de la cancha. A veces le va mejor a quien sabe motivar a un grupo alrededor de los objetivos, que a quien los entrena mejor con el mismo fin.

Viene el resto del torneo colombiano, y será una época propicia para solidificar procesos, consolidar ideas, definir metodologías y fortificar valores. Muy pronto, en unas cuatro o cinco fechas veremos a los primeros equipos superar la barrera de los 30 puntos y lograr la clasificación. Quienes para esos tiempos no hayan llegado a las 20 unidades tendrán licencia para pensar en 2020. Entonces Guimaraes tendrá que mostrar un equipo más serio, Pusineri un elenco más candidato, Pinto un colectivo más confiable, Osorio un onceno mejor balanceado y Bobadilla una escuadra mimetizada con el equilibrio. No es mucho pedir, para ir cambiando un poco este panorama que nos lleva a este fútbol de altibajos que se instaló en la primera parte del torneo.

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