Capsulas de Carreño

Lo que decía Garrincha

Oscar Dominguez, columnistaPor Óscar Domínguez

*Y la frase que más me gusta: “Yo vivo la vida, la vida no me vive a mí”.

 

Iván (Mejía), saludos por costalados.


Hace poco, decías por la Caracol que el brasileño Garrincha era incapaz de decir algo  que mencionaste y que el señor Alzheimer me impidió recordar.  A lo mejor no dijo eso pero decía otras cosas más bellas y profundas, según el reportaje que le hizo Cepeda Samudio cuando Garrincha jugó para el Júnior.  Seguramente conoces esa pieza periodística. Le dí una repasada a algunos apartes del reportaje:


“No somos reyes. Somos jugadores de fútbol profesional. Todos somos iguales. Yo soy igual a Pelé”.

“La gente se preocupa mucho de quién hace los goles en el fútbol, pero este es y debe ser un juego de conjunto. En la cancha, todos somos iguales. Detrás del que hace los goles está siempre alguien, otro jugador que no se ve y que no sale en los periódicos”.

¿Qué es un jugador de fútbol? le preguntó Cepeda. He aquí su respuesta:

“Los jugadores no somos más que payasos; salimos al campo a divertir. Al igual que los payasos en el circo, nos aplauden si lo hacemos bien y nos insultan si lo hacemos mal, pero de ambas maneras los estamos divirtiendo. Y si nos dejamos llevar por los insultos o los aplausos, no podríamos hacer bien nuestro papel”.

Claro que la frase que más me gusta de Garrincha, tomada de ese reportaje, es la siguiente que tengo apuntada en un papelito en la memoria para que no se me olvide:

“Yo vivo la vida, la vida no me vive a mí”.

Te dejo con este soneto a Garrincha, escrito por de Moraes y traducido por Ricardo Bada:

 

El ángel de las piernas torcidas

 

Vinicius de Moraes

(Traducción de Ricardo Bada)

 

A un pase de Didí Garrincha avanza

con el cuero a los pies, el ojo atento,

dribla uno, dribla dos, después descansa

como midiendo el riesgo del momento.

 

Tiene el presentimiento y va y se lanza

más rápido que el propio pensamiento,

dribla otra vez, un-dos, la bola mansa,

feliz entre sus pies, ¡un pie de viento!

 

En su trance la multitud contrita,

en un acto mortal se yergue, y grita

un unísono canto de esperanza.

 

Garrincha, el ángel, atiende y oye ¡Goooooool!

Es pura imagen: G que chuta una O

dentro de un arco en L: ¡es pura danza!

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