Capsulas de Carreño

Los fantasmas de Manco Capac. Por Luis Felipe Gómez Isaza

 


Por Luis Felipe Gómez Isaza

*Yo no se quien los puso a jugar,  que voy a saber pero creo que fue una orden superior, debió haber sido  Manco Capac quien mandó sus fantasmas.

Son casi las seis, el día entra en las penumbras de la noche, acabo de llegar a Aguas Calientes, el ultimo suspiro del tren que me traía desde Oyantaytambo resopla sobre la estación más cercana de la ciudadela eterna de los Incas, la vespertina  me anuncia el deseo de ver los cuartos de final de la copa de América del 2019.

Me registro presuroso en el hotel, no me quiero perder el partido,  mis compañeros de cabalgata por la alta campiña peruana,  posiblemente sin ningún interés por el juego pero respetando mis deseos de ver el juego, me citan para las ocho y treinta de la noche una vez haya concluido  este, para comer y compartir comentarios del día. Colombia se enfrentará a Chile, el ostentoso bicampeón ahora dirigido por el compatriota Reinaldo Rueda. Estimula que la tricolor trae el puntaje perfecto, ha seducido por su fútbol efectivo a todos y se perfila como seguro finalista.  James ha estado enchufado, Duván  Zapata el goleador que fascina al calcio italiano es un poderoso tanque que ha reventado las redes y se entusiasma con la idea de ser el  pichichi del torneo, el arco está invicto y soñamos con el triunfo,  así que   me despido temporalmente de ellos, me desean suerte, ellos se van al baño relajante y yo me voy  al televisor.

Comienza el juego, ilusiones, ansiedad por pasar el rival de enfrente,  Colombia nuevamente se presenta con sus  deseos de ganar algo importante,  al menos la copa de América, James intenta, Cuadrado cree que el balón es para él, pasan los minutos y el partido se  diluye con los temores  y nubarrones de siempre, la estrategia de Queiros no puede con la de los Australes.  Llegan los penaltis, la lotería, la ruleta, la suerte, nuestro técnico luso elige para patear el último penal de la serie a un defensor, algo inusual pero en el confía  para que finiquite la apuesta de los tiros desde los doce pasos.

No sabía nadie en Colombia que Tesillo  el encargado, pateaba penaltis, y efectivamente, después lo supimos con claridad, el defensor lo hizo a su manera,  y   decide  que lo mejor es un lugar en la tribuna y allí manda el balón.  Los Chilenos disfrutan en la semifinal, celebran como locos, se regodean y brincan en el medio del campo, los nuestros bajan la cabeza, se van al camerino como siempre, invictos pero eliminados y con un sinsabor miserable que una vez mas  se mete dentro del alma, bajo a la calle para buscar el restaurante y encontrarme con mis compañeros y  la amargura se aparece una y otra vez con los gritos de los hinchas chilenos que cantan a rabiar en la concurrida calle del pueblo, CHICHICHI CHILELE, VIVA CHILE…

Adiós a la copa América, nuevamente la decepción arropa al país  y a la selección que con todo a su disposición se queda con las manos vacías.  Increíble, cuando mejor lo hacíamos, el arco se cierra y Tesillo nos muestra la realidad, su cara desconcertada era el reflejo de todos los  que por el apostábamos, al menos había un culpable y un señalado, el fútbol es así.

Mis compañeros me consuelan sin  hacer la mínima referencia el juego, pedimos un impotable vino peruano para acompañar un lomo salteado que apenas y por la fatiga, se dejó comer , tan malo el vino que no recuerdo su nombre, solamente recordaba a Tesillo y su paupérrimo desempeño,  bauticemos el  vino,  Tesillo, si  ese es el nombre del horroroso vino, la noche estaba tan dolorosa que el silencio  de los comensales que me acompañaban alivianó mi profunda decepción,  nadie preguntó por el resultado  ni  por la actuación del equipo, y eso fue lo mejor.

Los malos pasos hay que caminarlos pronto, y  el futbol es  como un camino a caballo que  en dos o tres  kilómetros,  permite el olvido.  Ascender a la montaña vieja y unas buenas fotografías, me hicieron olvidar  por un momento de  la copa América y la eliminación del seleccionado nacional, sin embargo en las calles los hinchas peruanos vestidos desde temprano con su banda roja, y los gritos histriónicos que en el tren de vuelta para Cusco aparecieron con el desquite del portero peruano  Gallese ante Luis Suárez, goleador del favorito seleccionado uruguayo para ir a la semifinal contra Chile, me hicieron recordar que todavía quedaba una tela por cortar.

Si, la poderosa selección charrúa también como nosotros, optimistas colombianos, claudicaba ante el sorprendente Perú que se atrincheró, recibió los ataques de la delantera oriental  y sorteando el tiempo, los segundos eternos del reloj que no se movía a placer,  esperó y  fue por el cero para  matricularse   en la ruleta  rusa de los penaltis.  Tal cual,   así, igualitico como nos sucedió a nosotros, los penaltis eliminaron al Uruguay, y no fue Tesillo el de la culpa, fue  Suárez, dientón y goleador,  y los de Manco Capac se ganaron el derecho a la semifinal contra nuestro reciente verdugo, que aun sin pisar el gramado, se relamía de felicidad  pues  para los entendidos del fútbol, por estos días la superioridad manifiesta de uno, Chile, contra el otro, Perú, es evidente y está dada.

Llegué a Colombia, el trabajo y la rutina esperaban por mi, el fútbol siguió por su lado, y  yo por el mío, sin embargo nuestro encuentro se volvió a presentar  en las noches del martes y del miércoles, días de la semifinal.  Irremediablemente se busca el balón en la tele para contrarrestar  ese tedio del descanso y aunque no este Colombia, la compleja situación  solo se puede curar con los partidos y en este caso con lo que faltaba de copa América.

Pasaron Brasil y Argentina, los últimos intentaron  el todo pero ni con el intermitente sol Messi, que alumbró un poquito su futbol, tuvieron un verano agradable. Brasil lo doblegó y se instaló a esperar un rival del pacifico digno de su palmarés, no era Colombia, la favorita, tampoco la temida Uruguay, quien siempre mortifica a los brasileros con  el recuerdo perenne de ese Julio de 1950, cuando Gighia destruyó a Barbosa, único Tesillo de ese entonces.  O Chile o Perú.  Ahh pero Perú no es ni la sombra, no creo que sea Perú.  Seguro pasará Chile, es más las apuestas están al tope, si apuestas un dólar a Chile, te devolverán una ganancia de treinta centavos, si le apuestas al Perú, te darán cinco.

Es que Perú se escondió hace rato para el fútbol, sus jugadores son destellos intermitentes de lo que otrora fue Perú.  Por América, por Colombia y por el mundo desfilaron sus estrellas, Sotil, Velásquez,  Nene Cubillas, Barbadillo, Uribe, Cueto, La Rosa, Chumpitaz, Oblitas, Malasquez, Muñante, ver una selección Peruana daba gusto, como acariciaban la pelota, como resplandecías esos pases cortos, corticos, desequilibrantes, un túnel para sortear un defensa, un taco inesperado para un compañero que pasaba por detrás del defensor, un sombrerito del altiplano, uno de la selva, lujos para avanzar y para controlar, nunca menospreciaban la pelota, sabían que esta corría mas que los jugadores, el balón se poseía con el fin de controlar y ellos hacían de cualquier partido el deleite que uno esperaba como cuando se va a una función de gala.

Pasaron los años, pasaron  muchos jugadores peruanos, pero estos en realidad se escondieron, algo sucedió y ese futbol desapareció. El mundial de 1982, fue la última visita de un Perú que respetaba los preceptos incas de la eternidad de su sentir,   paz, amor y trabajo, premisas  que a rajatabla amarraban a sus movimientos y a sus expresiones. Fue increíble, pero entre España y Rusia, pasaron casi 40 años, para volverlos a ver el la casa grande del futbol.  Faltaban cinco minutos para terminar el último partido de la eliminatoria,  Chile apurado no podía con el Ecuador, Perú y Colombia empataban y ambos clasificaban al mundial futbolero, no querían perderse esa fiesta, así que se dieron la mano, esperaron que pasaran los segundo y los Incas fueron al mundial de Rusia. Sin embargo  cuando esperábamos lo mejor, algo  pasó y algo los opacó. No se que nubes surcaron sus pasos, lo cierto fue que la legión del fútbol preciosista que íbamos a volver a disfrutar en ese mundial se fué por senderos marcados por Pizarro y los defensores de Cristo.

Ayer sin embargo, en la anhelada semifinal contra Chile, ocurrió algo. Los australes presumían de su mejor momento, se sentían favoritos, los peruanos eran opacados por la luz que alumbraba los mapuches, y los antecedentes de su reciente historia.  En realidad no se porque después de tanto tiempo lo de ayer sucedió, y no se si volverá a pasar, a ocurrir, o  si esto se repetirá.

Pero creo que alguien invocó desde los cielos a los Apus, a las montañas a los espíritus  de la pacha mama, alguien, no se quien tocó un sentimiento ido, una nostalgia y un recuerdo perdido  en el lejano nubarrón del tiempo, pero alguien, alguien  que no se donde está dio la orden para que Galece, Yotun, Advíncula, Flores, Cueva y Guerrero, se convirtieran en estrellas y desaparecieran sus destellos, alguien dio la orden  para que volvieran los tacos, los lujos, los sombreros, el toque corto y efectivo a ras de piso, que progresando y adelantando metros llegaba hasta el arco, alguien recordó que la memoria del amnésico existe, alguien dio la orden para que entre paredes cortas, nuestras lagrimas de emoción rodaran nuevamente y se estremecieran con los recuerdos de un fútbol que existió y en la nostalgia del recuerdo nos ponía a vibrar. Fueron tres goles que estremecieron el paladar del tiempo y los recuerdos, fueron tres, suficientes para llorar de la felicidad.

Papa, que pasó, esto es Perú? Increible quien los puso a jugar?

Hijo, este de hoy era el Perú que habíamos perdido, yo no se quien los puso a jugar,  que voy a saber pero creo que fue una orden superior, debió haber sido  Manco Capac quien mandó sus fantasmas…

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