Capsulas de Carreño

Martes trece. Por Jorge Iván Londoño Maya

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Por Jorge Iván Londoño Maya

*Nada agradable tener que terminar un partido con ese interrogante…

No sabemos si por ser martes trece, o por el empate logrado en La Paz, o por la superioridad manifiesta de Nacional ante el Bolívar, o por el hecho de saber, que como mínimo,  con el cero a cero se pasaba a la otra ronda, el partido de Nacional frente al Bolívar estuvo precedido por cierta apatía, ratificada en buena medida por los apenas 20 mil aficionados que sacaron el ratico para asistir al Atanasio Girardot.

 

Hasta los mismos jugadores del Verde, con su juego parsimonioso, dieron a entender que también estaban en la misma onda de los hinchas. Solamente para rescatar del primer tiempo, un balón desviado de Mosquera (¿Mosquera sí era?) un tiro fuera del área de Bocanegra (quien por estos días combina el apellido con la nariz blanca) un pase milimétrico de Henríquez a Bocanegra, quien le sirve a Borja con impecable pase pectoral para que el balón se estrelle sobre la base del vertical y una salvada de Armani (el de siempre) ante una llegada del hombre de la máscara

 

Para el segundo tiempo los jugadores, los hinchas, el estadio y todo el departamento, se “sacudieron” de esa modorra con una intensidad de 6.1 grados, suficiente para que llegara el único gol del partido, anotación antecedida por una jugada propia de maestros ajedrecistas, para que Borja se encargara del jaque mate.

 

Nacional con el marcador a su favor, así fuera por la minina diferencia, se veía cómodo, relajado, conforme, sin apuros y a la espera que en una nueva inspiración, colectiva o individual, se aumentara el marcador para lograr la tranquilidad que los hinchas, cada uno en lo suyo, pedíamos a gritos de silencio, ¿Por qué que tal un gol del Bolívar para forzar los penales?

 

El Bolívar trataba de apurar a su estilo. Nacional en algunos contragolpes pudo sentenciar el juego, pero la precipitud, o la buena actuación de Quiñonez, lo impidieron. Hasta hubo tiempo para un par de sustos en la portería de Armani y un tiro al arco de Berrio que termino en un tas tas entre el balón en juego y el “del banco”

 

En el tiempo de reposición se presentó la jugada polémica, por mano de Bocanegra en el área, que el juez no consideró como penalti, lo que hizo esgrimir las espadas a los hombres del Bolívar. Nada agradable tener que terminar un partido con ese interrogante, tal como sucedió en una o dos ocasiones en la Copa Libertadores, lo que opaca un triunfo logrado con un gol de antología, que a la postre sirvió para “salvar la boleta” de los que fueron y calmar el susto de los que lo “sentimos” por televisión.

 

De todas formas, era martes trece.

 

 

 

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