Capsulas de Carreño

Millos – Nacional. División de honores y dolores

BOGOTÁ. Camilo Cándido en choque con Helibelton Palacios generó momentos de angustia, el llamado a la ambulancia, la pronta carrera de los médicos de Millos para auxiliar al Verde. Foto @nacionaloficial.

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Por Jorge Iván Londoño Maya.

Columnista Cápsulas.

 

Nos vienen cambiando de horario para los partidos del verde; y esta vez nos tocó horario de rosario en convento franciscano, con un Campin vestido totalmente de azul, y  algunos hinchas verdes en traje de civil. Tarde agradable, con un Monserrate despejado y las vecindades de La Candelaria nubladas.

 

Nacional con los mismos once y las mismas parejas; por fortuna a Cardona lo ubicaron por el centro y no lo condenaron al ostracismo para que juegue de falso puntero, como lo hizo en Porto Alegre, con resultados funestos. Por los lados de los adinerados aparecen Banguero estrenando cholitos, y tres o cuatro conocidos, los demás son nuevos, al menos para este servidor.

 

Primer tiempo parejo, con pocas opciones de peligro; uniformes de porteros sin una yerbita pegada. Marino intentando desbordar, pero Banguero lo mantuvo a raya. Cándido es más cuando se pone el delantal de servidor por la punta, pero deja unos huecos similares a los de la capital. Campuzano nuevamente impone su impronta, ayudado por el sardino Riveros, que aún le falta; a propósito, ¿faltará mucho para el regreso de Guzmán?

 

El inicio de los 45 minutos restantes tiene un retraso, debido al ¡cof! ¡cof!… perdón, producido por el humo de la pólvora que invade la cancha. En su desarrollo tiene algunos parecidos  al primero. Solamente se presentan dos situaciones reales de gol, un remate de Ruiz que hizo un extraño y que obligó a la voladora rastrera de Ospina, y un contragolpe de Marino, que arranca desde la mitad de la cancha, le hace un ocho admirado a un defensor azul, sigue en carrera, saca potente derechazo y Montero desvía con ambas manos al tiro de esquina.

 

En el palco de honor se ve al técnico Lorenzo, en plan de pasar la tarde del domingo de Ramos; al convaleciente  Leo Castro y al pensativo Falcao. La acción que vino a despertar el respetable público presente y ausente, fue el frentazo a toda velocidad entre Helibelton, querido y recordado por la hinchada verde, y Cándido, que prendió las alarmas y hasta puso a funcionar la sirena de la ambulancia disponible, pero al final fue más el susto y el corre corre; a Cándido lo sustituyen por Joan Castro, y Helibelton sigue en la brega, disfrazado de curita en la frente.

 

Los últimos minutos nos muestran a un Nacional más acucioso por llegar a los 2 metros de Montero. Viveros tuvo la más clara oportunidad, ante pase de tres dedos de Cardona, pero el balón sale ligeramente desviado. Los tiros de esquina se multiplicaron para el verde, momentos que los aficionados en la tribuna aprovecharon para tirar algunas monedas al cobrador de turno, que por lo general es Cardona. Ni tan millonarios, porque eran monedas de cien pesos.

 

Terminan los siete minutos de adición y el árbitro Bismarks Santiago, a quien por poco el intolerante Tesillo se lo traga vivo, por haberle pitado una falta, da por terminado el clásico entre cachacos y paisas, empatado a cero goles y a muchos dolores.

 

Punto que sirve, porque como dice el dicho, donde hay niños todo sirve, pero que nos prolonga los interrogantes que en este momento genera el equipo, como por ejemplo el bajón de algunos jugadores, el no despegue de los que llegaron como “refuerzos” y las inconsistencias del técnico respecto a la ubicación de algunos jugadores.

 

Que los dos partidos que se jugarán en esta Semana Santa, sirvan como reflexión para despejar estas y otras inquietudes, y que podamos llegar al partido contra Bahía, renovados en la fe de clasificar a la siguiente ronda de la Libertadores.

 

“Solo en la oscuridad, puedes ver las estrellas”. Martin Luther King.

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