Capsulas de Carreño

Mucha leña pa’l monte (Luis David Obando)

Luis David ObandoPor Luis David Obando

 

* Faryd Mondragón borra con sus comentarios lo que hizo en su carrera futbolística.

 

No se debe usar leña para cocinar, dicen los ambientalistas, porque hay arbolitos y CO2 de por medio. Deberían escucharlo en las canchas y tribunas, porque si algo sobra en el fútbol colombiano es leña, en muchas acepciones del vocablo. Veamos algunas, esperando que ocurra como con el musgo en los pesebres: que desaparezca, para darle paso a nuevas, más creativas, limpias y mejores maneras de hacer las cosas.

 

COMBUSTIBLE: es el único significado de leña que aplica con bondad al tema, pues se refiere al carburante del juego. Efectivamente, en el medio florecen semisilvestres futbolistas con excelentes condiciones: intuición, movilidad, ganas; en fin, lo que podríamos resumir como talento.

Si a este talento natural se le suma técnica, producto de una sistemática formación, daría lugar a una inmensa fogata de buen fútbol que no se agotaría cuando solo queden brasas de los leños gruesos, pues habría recambio útil para atizar y mantener la luz y el calor. Claro que para eso también se requiere organización, que es lo que le falta a tanta dirigencia que por ahí anda sin Norte.

 

TRONCO: sin duda hay mucho leño seco por ahí que hace mejores jugadas que algunos pocos futbolistas de nuestro desigual torneo doméstico. Sería ésta la excepción que confirma la regla del punto anterior, pero existe. En buena parte también como producto de las dirigencias erráticas (o claramente interesadas más en el factor billete que en el deporte), o de uno que otro técnico que desaprovecha talentos, haciéndoles ver como chamizos poniéndoles a jugar en donde no saben haciendo lo que no hacen.

 

VIOLENCIA: patadones, codazos, puñetazos, zancadillas y hasta aruñones pululan y se disfrazan de reciedumbre en partidos que a veces tienen más interrupciones que jugadas. Verdaderos leñazos que encuentran al frente árbitros complacientes o desequilibrados, lo que ha derivado en otra distorsión deportiva: la simulación, el piscinazo, el mal teatro trasladado a los gramados.

 

FUEGO: ojalá fuera el de la pasión, pero no puede llamarse así al creciente desbordamiento verbal y actitudinal de mal llamados hinchas. En otra época se llamaba vandalismo lo que hoy se representa bajo el eufemismo de “barras bravas”. El fenómeno hooligan europeo llegó a Colombia tres décadas trasnochado y con mayor ímpetu delincuencial y hasta homicida. Esa leña sí que se debería mojar.

EXTRATIEMPO. Faryd Mondragón está manchando con la boca lo bueno que hizo con las manos y los pies. Su desenfoque “periodístico” ya le ha granjeado desde quejas en redes sociales hasta muy reprochables insultos y peleas en aeropuertos y otros lugares públicos. Si quiere ser buen comentarista se va a tener que despojar de guayos y guantes y aprender a jugar en el terreno de la imparcialidad.

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