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(Nacional). ¡BOQUIABIERTOS!
- Updated: 21 enero, 2025

Javier Gandolfi, argentino, 44 años, llegó ayer lunes (20) a Medellín. Fue recibido por su compatriota Gustavo Fermani, director deportivo de Atlético Nacional. Foto @nacionaloficial.
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Por Jorge Iván Londoño Maya.
Columnista Cápsulas.
Ni más ni menos. Todos quedamos boquiabiertos, no solo con la sorpresiva e inesperada llegada de Juárez a Nacional, sino con su salida de Nacional, también adornada con las mismas “cualidades” de su llegada; ambas tan intempestivas, tan llenas de interrogantes y hasta envueltas en huevo como para darles un toque de fina presentación.
Su llegada generó el obvio desconcierto y el revuelo normal, porque tal vez Cardona, y eso porque fueron compañeros de equipo en México, era el único que lo “distinguía”. Con el paso de los días las aguas volvieron al cauce, y en Nacional comenzaron a soplar tímidos vientos de cambio, lo que generó cierta empatía entre la hinchada y el “manito”; quien a su vez, logró ganarse la amistad de los jugadores para infundir en ellos su idea de juego, tan sencilla como práctica….presión alta, tenencia del balón y pa´lante.
También contó con el concurso de Ospina, director anímico del equipo, título ganado en forma natural, y con la comunión de Cardona, Aguirre, Tesillo y Campuzano, los chachos que acolitaron su idea y de paso arrastraron al resto del equipo a ese “abismo” de buenas prácticas, hasta ahora olvidadas por los técnicos anteriores, y al nacimiento de una familia unida y de un camerino amigable.
Los tímidos vientos se volvieron ráfagas y Nacional inscribió su nombre entre los ocho elegidos, llegando a esa instancia en una curva de juego y de rendimiento ascendente; mostrando un fútbol con propiedad y un ataque contundente.
Hasta sobró tiempo para la indisciplina de algunos “Adanes”, que tentados por sus Evas comieron del delicioso fruto prohibido. También llegaron disturbios con sello ajeno, pero que los “todopoderosos” revertieron como propios de Nacional; así mismo, celebraciones pasadas de sentimientos humanos en un caso, y de sentimientos provocadores en otros, que dieron lugar a sanciones con veneno incluido; y que decir de decisiones arbitrales que, en menos que lo que canta un “Gallo”, trataron a toda costa de impedir que Nacional llegara a la final. Pero llegamos de mano de la otra justicia, la Divina, de la mano que nos dio el Pasto y por los méritos propios, pues de 6 partidos del cuadrangular, ganamos 4, empatamos uno y perdimos otro.
La final contra el Tolima se jugó con convencimiento, con arrojo y entrega, y con todos los jugadores mostrando su mejor expresión futbolística. Y así llegó la copa 18 del fútbol profesional colombiano, levantada bien alta al unísono por Ospina y Cardona para que no quedaran dudas.
La euforia, la celebración y el reconocimiento estuvieron a la orden de muchos días. Luego el nacimiento del Niño Dios, el “Faltan cinco pa´ las doce” y el sancocho del seis de enero, acapararon la atención, y todo volvió a la normalidad.
Con el pasar de los extraños días lluviosos de enero, que cuando pues, comenzaron a aparecer nombres en el firmamento verde, de jugadores que llegarían al equipo. Igualmente nombre de posibles retiros, de negociaciones para alargar contratos, en fin; todo un ritual normal en estas lides.
Hasta que en la mañana del 14 de enero explotó la bomba sobre la renuncia de Juárez, que se fue como llegó, en silencio, con dos maletas un poco más pesadas por las dos copas, trabajadas en cuatro meses y logradas en ocho días, con la afición metida en un bolsillo de la chaqueta de siempre y muchos dólares en el otro.
En reemplazo de Juárez llega Javier Gandolfi (recordé en ese momento a Pandolfi, un excelente delantero, también argentino, que llegó para Santa Fe por allá en 1975). Declaro que no tenía referencias de este técnico, pero leyendo su hoja “debida” encuentro pasajes interesantes como jugador y como estratega; y lo mejor, se ha parado en la raya de muchos estadios suramericanos. De mi parte bienvenido a territorio paisa, los fervientes deseos de que triunfe, que continúe la estela de laureles verdes, y que, si es del caso, recoja los trastos buenos que dejo el manito, que se nos fue sin decir adiós.
“A veces la persona que nadie imagina capaz de nada, es la que hace cosas que nadie imagina”. Alan Turing.