Ni la resiliencia tapa la falta de equilibrio en Nacional. Por Jorge Alberto Cadavid

Por Jorge Alberto Cadavid M.

*El próximo miércoles ante Huracán y el mar de dudas inunda el camino por recorrer.

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La emoción que brinda el fútbol alcanza el climax en un partido donde de la rabia y la vergüenza, se pasa primero a la esperanza, luego a la aceptación y termina en éxtasis, en locura casi inexplicable.

Lo visto en los primeros minutos caía como un baldado de agua fría, el flanco derecho conformado por la ingenuidad y la pobreza de Blanco y el cansino y paquidérmico andar de Braghieri fue utilizado a placer por los Aseguradores.

Pero vuelve a ser patético el tozudo técnico, lleva a Córdoba y lo envia a la tribuna, improvisa a Palacios de central y la termina de embarrar con Blanco al lado del lento argentino.

Los goles se desgranaron al ritmo de uno, dos , tres, para catástrofe, para terror por lo que se veía venir, con el ánimo en los pies parecía todo consumado, para entierro de tercera.

Los milagros existen pero se ayudan  con un medium, en este caso fue Alexis que echó el equipo para atrás y con un recorte de dos goles antes de finalizar la inicial,  puso al local en la picota y al visitante le volvió el alma al cuerpo.

Al inicio de la complementaria, muy rápido igualo Torres a pase de Candelo, lo único que hizo en el partido.

Las fuerzas se menguaron primero en los capitalinos y daba con esto opción a los paisas a quebrar el empate, ida y vuelta, errores de uno y otro lado, partido abierto.

Cuando todos aceptamos el empate, en la adición Torres logra el cuarto, como para no creer.

Queda claro, Osorio solo entiende el fútbol al ataque,  pero desequilibra el equipo con lo que improvisa en defensa.

Su capitán Muñoz está sobrado, Andrade hasta que el físico le dio, salvó su presentación, el resto o esperar o aceptar que están lejos de un buen rendimiento o una buena sincronización.

El próximo miércoles ante Huracán y el mar de dudas inunda el camino por recorrer.

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