Capsulas de Carreño

¡Oh, Todopoderoso DIM, nos vas a homicidar! (Dama Roja)

Después del sufrimiento, el grupo unido celebra el paso a la final. Foto tomada de la cuenta Facebook DIM - oficial

Después del sufrimiento, el grupo unido celebra el paso a la final. Foto tomada de la cuenta Facebook DIM – oficial.

 

Por María Victoria Zapata B.
MARIA-VICTORIA-ZAPATA

 

¿Cuántos  de los hinchas rojos de la vieja guardia no recordamos  y repetimos,  cada vez que la ocasión lo amerita, la inconfundible frase  de batalla del emblemático  Malevo,  y cuántas veces no la pronunciamos,  ayer, en esos  minutos  dramáticos, angustiosos y eternos de los 22  penales  (11 por bando) para la definición del segundo finalista  del primer torneo del año?

Como no pertenezco a la cofradía de los valientes,  no  fui capaz  de quedarme en la gradería para observarlos. Lo confieso sin sonrojo.   Me “atrincheré” detrás de un poste en el hall  del estadio  y,  con una  inquietud que no me cabía en el alma  y el corazón a punto de saltárseme del pecho,  esperé los larguísimos  minutos    en que tardó en producirse  el desenlace   de la “lotería” de los cobros desde los doce pasos.

 

Hay un dicho que reza  que “si no es sufrido, no es del Medellín”. Pero lo vivido  ayer  con esos interminables  cobros  supera cualquier sufrimiento del hincha Poderoso: Tanto el  que  tuvo el coraje de verlos  directamente  en la tribuna,  como el  que se  “parapetó” en los pasillos o  en los bajos del estadio,  o  aquel  se “pegó” del televisor, todos, absolutamente todos los  seguidores del DIM vivimos con intensidad  y angustia suprema el drama de los 22  disparos  desde el punto penal y sentimos que  ayer recibimos una dosis triplicada, quintuplicada o, tal vez, centuplicada de  sufrimiento.  Casi, casi, nos homicida  verdaderamente el Todopoderoso DIM…!!!

Al DIM se le fueron las luces
No sabremos si  Independiente Medellín se confió por la ventaja obtenida en  el estadio Doce de octubre, si subestimó al rival, si se dejó llevar por la  ansiedad y los nervios  o si  tuvo una mala tarde, simplemente.  Lo único que sabemos con certeza es que se equivocó  con su juego  especulativo, con mucho de  marca   pero sin posesión del balón  ni claridad  en  zona medular y  sin más ambición que la defensa del 0-0 con el  que saltó al gramado del Atanasio Girardot. Fue paupérrima la propuesta local, tanto individual como colectivamente,  en los primeros 45 minutos  de juego y gran parte del segundo. No tuvo   en cuenta que Cortuluá llegó con la intención de igualar y/o superar la serie, tiene en sus filas al  goleador del campeonato y, desde el pitazo inicial mostró solidez defensiva, vocación atacante,  tenencia del esférico,  velocidad en sus contragolpes y, muy especialmente, un  sistema táctico que   lo enredó y obnubiló por completo. La anotación de Borja,  en acción de tiro libre, al minuto 41, ratificó  la superioridad vallecaucana en el  gramado del Atanasio Girardot.

A pesar de que en el período complementario  el DIM adelantó  líneas,  mejoró su producción ofensiva e igualó momentáneamente la pizarra con un golazo de Luis Carlos Arias, al minuto  55, causó bastante desconcierto el fútbol  que exhibió  ante el  onceno  tulueño. El desorden táctico,  las lagunas en su zaga, las dificultades para la generación de juego y  las intermitencias en el ataque fueron aprovechados por el Cortuluá que capitalizó los desaciertos rojos, entre ellos una nueva pena máxima  malograda en esta oportunidad  por Hernán  Hechalar  al minuto 63, y  decretó el 1-2 que igualaba la serie, con otro gol de tiro libre, de  Jown Cardona al minuto 72. Un inmejorable opción visitante del zaguero Jonathan Muñoz y una mano de Leonardo Castro  para un clarísimo penal a favor de Cortuluá y omitido por el árbitro Hervin Otero, aumentaron  la zozobra, que ya  alcanzaba límites insospechados por la pálida presentación del DIM y el peligro constante que Cortuluá llevaba a predios de David González.

 

 

Demasiado sufrimiento para un solo partido
Las dos anotaciones visitantes, ambas por la vía del tiro libre,  la pena máxima malograda por el argentino Hernán Hechalar (la primera que dilapida con la camiseta poderosa), el pésimo juego del DIM,  el 1-2 al término del compromiso, los  insospechados 22 cobros y las  dos atajadas de David González, la última de ellas a José Moya  y  que vistió de héroe a David González, nos dejaron tal cantidad de angustia  en el cuerpo y en el alma, que aun hoy no hemos podido eliminarla totalmente.

 

Cuanta razón tuvo Malevo al pronunciar  su inmortal  sentencia,  “Oh, todopoderoso DIM, nos vas a homicidar”.  Porque el  sufrimiento  indescriptible que acompañó ayer  el paso rojo a la final   fue  tan solo una  muy pequeña  fracción del  patrimonio emocional de seguidor del Equipo del Pueblo, el componente  esencial  del crisol en el que se  alearon en pasión y religión todos  y cada uno de los sentimientos del hincha de Independiente Medellín.

 

 
Ayer lo sentimos y sufrimos  todo, en un mismo partido: la zozobra, el desespero, la angustia, el drama, el éxtasis y ese amor eterno  que nos  particulariza y hace orgullosamente hinchas del DIM.  Y con lágrimas, abrazos y  una fe que no decae a pesar  de la adversidad  y la dificultad,  seguimos aferrados al sueño de la  sexta estrella en este último escaño que falta por ascender  y a esa perenne  pasión que, bien  referenciara el recordado José Yepes Lema  en su Rincón de Casandra: “Oh, Todopoderoso DIM,  nos vas a homicidar”…!!!
[María Victoria Zapata B.]

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