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¡Oh, Todopoderoso DIM, nos vas a homicidar! (Dama Roja)
- Actualizado: 13 junio, 2016
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Por María Victoria Zapata B.
¿Cuántos de los hinchas rojos de la vieja guardia no recordamos y repetimos, cada vez que la ocasión lo amerita, la inconfundible frase de batalla del emblemático Malevo, y cuántas veces no la pronunciamos, ayer, en esos minutos dramáticos, angustiosos y eternos de los 22 penales (11 por bando) para la definición del segundo finalista del primer torneo del año?
Como no pertenezco a la cofradía de los valientes, no fui capaz de quedarme en la gradería para observarlos. Lo confieso sin sonrojo. Me “atrincheré” detrás de un poste en el hall del estadio y, con una inquietud que no me cabía en el alma y el corazón a punto de saltárseme del pecho, esperé los larguísimos minutos en que tardó en producirse el desenlace de la “lotería” de los cobros desde los doce pasos.
Hay un dicho que reza que “si no es sufrido, no es del Medellín”. Pero lo vivido ayer con esos interminables cobros supera cualquier sufrimiento del hincha Poderoso: Tanto el que tuvo el coraje de verlos directamente en la tribuna, como el que se “parapetó” en los pasillos o en los bajos del estadio, o aquel se “pegó” del televisor, todos, absolutamente todos los seguidores del DIM vivimos con intensidad y angustia suprema el drama de los 22 disparos desde el punto penal y sentimos que ayer recibimos una dosis triplicada, quintuplicada o, tal vez, centuplicada de sufrimiento. Casi, casi, nos homicida verdaderamente el Todopoderoso DIM…!!!
Al DIM se le fueron las luces
No sabremos si Independiente Medellín se confió por la ventaja obtenida en el estadio Doce de octubre, si subestimó al rival, si se dejó llevar por la ansiedad y los nervios o si tuvo una mala tarde, simplemente. Lo único que sabemos con certeza es que se equivocó con su juego especulativo, con mucho de marca pero sin posesión del balón ni claridad en zona medular y sin más ambición que la defensa del 0-0 con el que saltó al gramado del Atanasio Girardot. Fue paupérrima la propuesta local, tanto individual como colectivamente, en los primeros 45 minutos de juego y gran parte del segundo. No tuvo en cuenta que Cortuluá llegó con la intención de igualar y/o superar la serie, tiene en sus filas al goleador del campeonato y, desde el pitazo inicial mostró solidez defensiva, vocación atacante, tenencia del esférico, velocidad en sus contragolpes y, muy especialmente, un sistema táctico que lo enredó y obnubiló por completo. La anotación de Borja, en acción de tiro libre, al minuto 41, ratificó la superioridad vallecaucana en el gramado del Atanasio Girardot.
A pesar de que en el período complementario el DIM adelantó líneas, mejoró su producción ofensiva e igualó momentáneamente la pizarra con un golazo de Luis Carlos Arias, al minuto 55, causó bastante desconcierto el fútbol que exhibió ante el onceno tulueño. El desorden táctico, las lagunas en su zaga, las dificultades para la generación de juego y las intermitencias en el ataque fueron aprovechados por el Cortuluá que capitalizó los desaciertos rojos, entre ellos una nueva pena máxima malograda en esta oportunidad por Hernán Hechalar al minuto 63, y decretó el 1-2 que igualaba la serie, con otro gol de tiro libre, de Jown Cardona al minuto 72. Un inmejorable opción visitante del zaguero Jonathan Muñoz y una mano de Leonardo Castro para un clarísimo penal a favor de Cortuluá y omitido por el árbitro Hervin Otero, aumentaron la zozobra, que ya alcanzaba límites insospechados por la pálida presentación del DIM y el peligro constante que Cortuluá llevaba a predios de David González.
Demasiado sufrimiento para un solo partido
Las dos anotaciones visitantes, ambas por la vía del tiro libre, la pena máxima malograda por el argentino Hernán Hechalar (la primera que dilapida con la camiseta poderosa), el pésimo juego del DIM, el 1-2 al término del compromiso, los insospechados 22 cobros y las dos atajadas de David González, la última de ellas a José Moya y que vistió de héroe a David González, nos dejaron tal cantidad de angustia en el cuerpo y en el alma, que aun hoy no hemos podido eliminarla totalmente.
Cuanta razón tuvo Malevo al pronunciar su inmortal sentencia, “Oh, todopoderoso DIM, nos vas a homicidar”. Porque el sufrimiento indescriptible que acompañó ayer el paso rojo a la final fue tan solo una muy pequeña fracción del patrimonio emocional de seguidor del Equipo del Pueblo, el componente esencial del crisol en el que se alearon en pasión y religión todos y cada uno de los sentimientos del hincha de Independiente Medellín.
Ayer lo sentimos y sufrimos todo, en un mismo partido: la zozobra, el desespero, la angustia, el drama, el éxtasis y ese amor eterno que nos particulariza y hace orgullosamente hinchas del DIM. Y con lágrimas, abrazos y una fe que no decae a pesar de la adversidad y la dificultad, seguimos aferrados al sueño de la sexta estrella en este último escaño que falta por ascender y a esa perenne pasión que, bien referenciara el recordado José Yepes Lema en su Rincón de Casandra: “Oh, Todopoderoso DIM, nos vas a homicidar”…!!!
[María Victoria Zapata B.]
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