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Opinión. ¿Competir o ganar?
- Updated: 12 octubre, 2024

Vivir del recuerdo. El nivel técnico de los equipos colombianos es de baja calidad. La última gran gesta fue la del 28 de julio de 2016 cuando Nacional se consagró como el nuevo campeón de la Copa Libertadores de América, al vencer como local en la final a Independiente del Valle de Ecuador por 1 a 0 tras el empate a uno cosechado en la ida en Quito. Foto tomada de @lacapital.com.ar.
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Por José Acosta Bedoya.
Columnista.
“Si supiéramos dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos, podríamos juzgar mejor qué hacer y cómo hacerlo”. A. Lincoln
Como el fútbol en Colombia no genera mucha expectativa por su bajo nivel, las esperanzas se cifran en los torneos internacionales a los cuales se accede cuando los torneos locales son ganados por los equipos menos malos (el fútbol mediocre también genera campeones, subcampeones y clasificados).
Antes del año 2016, las competencias internacionales, esto es, Copa Libertadores y Copa Suramericana, representaban más un orgullo, pues era una cuestión de imagen corporativa y una copa más en el palmarés, que una generación de ingresos para la gran mayoría de clubes en quiebra a nivel latinoamericano. Sin embargo, la participación en dichos torneos ayudaba en la consolidación de la imagen a nivel internacional.
A partir de este año, con la llegada de Domínguez a la Conmebol, se da inicio en la entidad a un nuevo modelo de gestión estratégica adaptado al proceso de industrialización del deporte y basado en la transparencia para el fútbol, logrando consolidar la marca de los torneos y generando un aumento exponencial en los ingresos que vuelve más atractiva la participación, esta vez desde el punto de vista económico. Es así, bajo esta concepción, que los equipos se preparan; unos para competir y otros para ganarse unos dineros que, de acuerdo con la posición alcanzada, generan mayores ingresos que los percibidos por ganar el campeonato local.
El antes y el después de la redefinición de los torneos y su respectiva gestión ha traído consigo que los países que tradicionalmente se han preparado para afrontar dichos torneos sean Argentina y Brasil, ganadores de 25 y 23 veces de la Copa Libertadores y de 9 y 5 veces la Copa Suramericana.
Más allá de los resultados obtenidos en estos torneos internacionales, la conclusión es una sola: ambos tienen un producto, “fútbol de calidad”.
Es posible encontrar otros factores que incidan dentro de estos procesos como infraestructura, inversión, formación de deportistas, pero indudablemente es la conformación de un equipo competitivo y con un fútbol de calidad lo que garantiza que la gestión sea más eficiente y el desarrollo sostenible de los proyectos deportivos se configure en el largo plazo. Gestionar un producto de calidad garantiza los resultados deportivos y, por ende, la competitividad a nivel internacional y la generación de ingresos.
Cito dos ejemplos que ilustran el transitar por este tipo de proyectos intensivos en buen fútbol y gestión para ilustrar que se prepara para competir: Nacional de Medellín, dos veces campeón de Copa Libertadores e Independiente del Valle, dos veces campeón de Copa Suramericana.
Que el periodismo deportivo no se rasgue las vestiduras buscando culpables de la eliminación de los equipos colombianos de estos torneos, pues de antemano se vislumbra hasta que instancias se puede llegar con el nivel de fútbol nuestro. Estamos ante una realidad y sólo puede aspirarse a pasar de la fase de grupos para acceder a unos ingresos que posiblemente sean superiores a los obtenidos ganando en el fútbol local.
Jugar para ganar es un proceso físico. Jugar para competir es un proceso mental.