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Osorio… rueda (Carlos Alberto Giraldo Monsalve, El Colombiano)
- Actualizado: 12 octubre, 2015
Por Carlos Alberto Giraldo Monsalve,
Columnista El Colombiano
*El Nacional de hoy les está dando oportunidades a los jóvenes de su cantera.
Hagamos memoria: estoy viendo un video en el que la barra Los del Sur despide al técnico Juan Carlos Osorio como si fuese un jefe de Estado. Emotiva ceremonia. Se iba el técnico más ganador de la historia de Atlético Nacional. Agrego: el más ganador de títulos, pero no el mejor, y, sobre todo, junto a Reinaldo Merlo, el responsable de algunos de los períodos, los pasajes, de fútbol más pobre y predecible del Atlético Nacional.
Oswaldo Juan Zubeldía era defensivo. Pero tenía un valor defendible: no engañaba. Era claro y nunca se dejó ganar, en franca lid, de otro defensivo: Gabriel Ochoa Uribe. Era tal su dominio que “el médico” retiró su equipo en la final de 1981, contra Nacional, en el Atanasio. Zubeldía, además, formó las divisiones inferiores y sacó a la luz del profesionalismo a destacados jugadores: Hernán Darío Herrera, Pedro Sarmiento y Norberto Peluffo.
Ahora, y hay que hacerles memoria a sus fanáticos, Osorio salió del Sao Paulo. Bastaron cuatro meses. ¿Qué pasó, señores? Si allí había ya una historia de triunfos y amor que jamás olvidaría la gente de aquella “megaciudad y megahinchas” del buen fútbol. La de Tele Santana, Cafú y Paliña. Ahora el superhéroe que nos vendieron se va a dirigir la Selección de México.
Dónde están los que nos vapulearon, porque nos atrevimos a decir que el fútbol de Osorio es vacío. Es pobre. Es descorazonado. Es mecánico. Que a Nacional no le dejó alguna herencia apreciable, porque, como me lo dijo un amigo técnico, a los juveniles y a los muchachos de las inferiores “no les daba ni la hora”.
El Nacional de hoy les está dando oportunidades a los jóvenes de su cantera. Juega bien. Lleva 30 y 40 mil hinchas a verlo hasta con Jaguares. Hace goles. Tiene todas las estadísticas a su favor. Ahora Osorio se marcha a México, a dirigir una selección brava y de bravos. Vamos a ver cuánto le duran los papelitos de su retórica vana…
Si Juan Carlos Osorio hubiese tenido un proyecto medianamente exitoso. Si hubiese jugado a algo (a lo que nunca juega), la hinchada de Sao Paulo no lo hubiera dejado marchar, porque además está huérfana, deseosa de los viejos tiempos de Paliña, de Cafú, de aquel ballet que vimos en el Atanasio Girardot, precisamente, jugando contra el Nacional de Diego Osorio…
Cuando hay asomos de una idea, de una creación valiosa, suele suceder, y más en el fútbol, que el pueblo llano se emociona, se identifica. Pero Osorio no logró emocionar ni convencer a nadie en Brasil. Ni siquiera a los directivos que vinieron por él en busca de El Dorado futbolístico del que hablaba la prensa colombiana, tan condescendiente con un Nacional equipado con jugadores más bien mediocres y con un esquema amarrado.
Es que a los únicos que emocionaba ese fútbol ininteligible al que jugaba era a los muchachitos del Sur que, vuelvo y digo, van a ver fútbol de espaldas a la cancha. Gritan, lanzan confetis y se la pasan en cierto estado de paroxismo y babas, pero que de fútbol apenas saben que el balón es redondo. Ahora vemos cómo Osorio… Rueda.
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