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Padres vs entrenadores en el fútbol base
- Updated: 23 febrero, 2018
Por Armando Villegas*
En las categorías del fútbol base nos encontramos frente a una relación de padres y entrenadores que no siempre se da de la mejor manera, sobre todo en aquellas academias y clubes que no cuentan en sus programas formativos con directrices que definan los niveles de participación que tienen los padres durante el proceso formativo de sus hijos.
Si no existen normativas que especifiquen los niveles, límites, deberes, obligaciones y responsabilidades que deben cumplir y respetar los padres, tendrán mayor tendencia a incidir en el trabajo de los entrenadores. Y sin la debida orientación, su participación, en vez de aportar positivamente, puede entorpecer los procesos formativos, ya que pueden asumir roles y decisiones equivocadas delante del grupo, invadiendo competencias y funciones exclusivas de los entrenadores.
Al no contar con límites bien definidos por la institución o por el entrenador, el padre se sentirá con derecho a opinar, cuestionar y criticar los métodos de enseñanza que utiliza el entrenador y la manera como éste maneja al grupo, asumiendo así el rol conocido como el del Padre-Entrenador. Desde esta posición confronta, reclama y exige que su criterio sea tomado en cuenta por el entrenador. Puede incluso desvalorar y desautorizar al entrenador ante el grupo y ante los demás padres, causando no solo un conflicto padre-entrenador sino también dentro del grupo, al colocarse en dos posiciones extremas de autoridad.
Por ello se hace necesario que las academias y clubes posean sus normativas internas que especifiquen, según sus parámetros, cuáles son los niveles, limites, deberes, obligaciones y responsabilidades de participación, que los padres deben conocer, cumplir y hacer respetar dentro de la institución, lo cual servirá como adecuada orientación que les permita convertirse en pilares fundamentales en el proceso formativo de sus hijos.
Según sus propios parámetros internos de enseñanza, cada institución puede preferir distintos niveles de participación por parte de los padres, que va desde dejarlos totalmente al margen o promover una participación cercana en los procesos formativos. El primer caso solo es aplicable en las categorías juveniles, donde los jugadores se encuentran en sus últimas etapas de formación, por lo que la participación de los padres es mínima, ya que el joven futbolista posee la madurez necesaria para tomar por sí mismo las decisiones que inciden en su desempeño personal y deportivo.
Pero en el segundo caso, las categorías benjamines e infantiles, sí se hace necesaria la participación plena de los padres durante todo el proceso formativo, porque en estas edades requieren psicológicamente sentirse apoyados por sus padres. Por tanto, si la participación se hace bajo la debida orientación de normativas, esta será valiosa y significativa, siendo un gran apoyo para los entrenadores.
En este sentido, para que pueda existir una excelente relación entre los padres y entrenadores, deben ponerse de entrada los fundamentos de cómo se llevará a cabo dicha relación. Así los padres reconocerán cuales son las funciones de los entrenadores, respetando así el trabajo profesional que desarrollan, pues están preparados académicamente y nadie más que ellos conoce la materia de la formación futbolística.
Por lo tanto, los entrenadores no deben mantener al margen a los padres en las categorías benjamines e infantiles, sino más bien motivar y promover su participación, mediante actividades y estrategias que les orienten sobre cómo se van desarrollando los procesos formativos, de manera que, como padres, se enriquezcan en conocimientos y así puedan aportar y sumar durante todo el proceso de formativo de sus hijos.
Comparto a los entrenadores, las siguientes normativas como ejemplo, que podría orientar el establecimiento de sus propias normativas según sus necesidades para construir de entrada una excelente relación con los padres:
- Respetar y valorar al entrenador como profesional (él sabe lo que hace, él está preparado y nadie más que él conoce el proceso formativo).
- Reconocer al entrenador como el gestor principal de los procesos formativos, por lo que no puedo cuestionarlo, criticarlo y debatir ante los demás sus decisiones, en función de desvalorarlo y desautorizarlo ante el grupo y demás padres.
- Aportar información valiosa al entrenador que contribuya a una mejor atención del proceso formativo, como problemas de conducta, nutrición, enfermedades u otras de carácter educativo o económico.
- Apoyar a sus hijos para que desarrollen buenos hábitos, dormir temprano, comer saludable, respetar a sus compañeros, cumplir con sus deberes, ser puntual y disciplinado, no faltar a los entrenamientos y partidos por causa menores.
- Ponerse a la orden para colaborar en todo lo que sea necesario y esté en su disponibilidad para contribuir al buen desarrollo de los procesos formativos.
- Poseer un comportamiento intachable tanto en las jornadas de entrenamiento como en las competiciones, respetando al entrenador, a los demás niños y padres y al árbitro. Esto aplica a su vez con los entrenadores, niños y padres del equipo rival.
- Evitar asumir el rol del entrenador para sus hijos. Su función es solamente motivarlos, no corregirlos en las disposiciones futbolísticas, ya que esta área solo debe competerle al entrenador.
- Ante cualquier duda o disconformidad con el entrenador, solicite una reunión en privado para conversar el tema de inquietud. Todo entrenador, abordado desde la amabilidad, está siempre en la disposición de responder ante cualquier inquietud por parte del padre.
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* @dtarmando – @dtarmandovillegas