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¿Para dónde va el Periodismo?
- Updated: 16 mayo, 2025
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Tema: ¿Para dónde va el Periodismo?
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La reflexión nació después de la realización de los dos capítulos del encuentro de los periodistas deportivos de ‘antes’ tanto en Cali como en Medellín en el marco de ‘Raíz y Tallo’…
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El tema que se plantea va directamente a quienes ejercen “el maldito oficio” en este tiempo de la generación digital del periodismo.
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El periodista cubano José Pardo Llada, en Cali, en sus diatribas diarias durante su programa ‘Mirador’, en Radio El Sol de Todelar, primero; y luego, en Radio Reloj, de Caracol-Cali, lo llamaba “el maldito oficio” porque sugería que la escritura, el periodismo radial y televisivo puede ser un desafío personal y existencial, así como una forma de resistencia o de critica a la sociedad.
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El siguiente escrito es producto de Iván Noguera, uno de los periodistas de ‘antes’, que, debido a su trabajo de campo, fue secuestrado por las Farc, en límites de Risaralda y Chocó, zona rural, junto al reportero gráfico Héctor Fabio Zamora y el conductor Héctor Gómez hace 23 años y desde entonces, la vida le parece corta mientras los oficios de vivir y de ejercer el periodismo le han parecido difíciles por la búsqueda de la verdad y la lucha contra las convenciones sociales.
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POR IVÁN NOGUERA.

Iván Noguera, Ganador del Premio de Periodismo Alfonso Bonilla Aragón.
En abril de 1988 recibí mi diploma como Comunicador Social – Periodista, después de casi siete años de estudio en UniValle, con dos paros incluidos, uno por el cierre de residencias universitarias y otro de los estudiantes de Comunicación Social, además de un año de labores en ‘El Tabloide’, en Tuluá, durante el cual casi paralicé la tesis.
De eso hace 37 años y recuerdo las expectativas y miradas a quienes llegábamos a las salas de redacción, en las que había más de un colega empírico, muy buenos en su oficio.
Desde entonces hay cambios significativos que llaman la atención y a la reflexión sobre este oficio, como más de uno lo llamamos. Sin entrar en las profundidades teóricas de McLuhan, Chomsky, Verón o Barbero, entre otros, esta es una mirada rápida que tiene que ver con los salarios a los periodistas, como aspecto primario elemental, los cuestionamientos y en tercer lugar al quehacer mismo del oficio.
Por mi experiencia, aún sin título profesional, recuerdo que en ‘El Tabloide’ tenía un salario integral, más o menos bien remunerado. Luego trabajé tres largos años en ‘Occidente’, con algo más de dos salarios mínimos. Y pasé a ‘El Tiempo’, donde todos ingresábamos con cuatro salarios mínimos y luego, de acuerdo con la experiencia y cargos, aumentaba el dinero que devengábamos.
Y estos días en consulta con colegas de cuatro ciudades capitales – no digo cuáles pues casi se podría identificar el medio de cada una – pude conocer los salarios de ingreso en los diarios y en la radio: una tristeza. La oferta de inicio está entre 1.700.000 y 1.850.000 mensual. Esto es menos o lo mismo de un ayudante de construcción con algo de experiencia o de un vigilante, sin demeritar esas labores.
Y en radio, la oferta es peor: 1.500.000, es decir, el mínimo. A un colega le ofrecieron 600.000 mensuales más un porcentaje por lo que vendiera en cuñas comerciales, para un noticiero radial. Triste, por decir lo menos.
En segundo lugar, están los cuestionamientos a su credibilidad, a la toma abierta de posición política, a su falta de independencia. Semana, Caracol, RCN, El Tiempo, Blu Radio, están en el ojo del huracán por esta situación, además de muchos medios regionales.
Ya es viral un meme donde aparece un colega de Caracol ofreciendo disculpas por las mentiras que dirán la semana que se inicia. Podría aplicarse a los demás medios. Los ejemplos darían para todo un capítulo por cada caso y por cada medio, en los diferentes capítulos de la información que van desde lo deportivo hasta los programas de opinión.
Y en tercer lugar está el quehacer mismo a raíz de las nuevas tecnologías y redes sociales: recuerdo un diciembre, poco antes de Navidad, a medianoche, en las montañas de Buga a raíz del accidente del avión de American Airlines con decenas de víctimas fatales. También un 23 de diciembre en Patascoy debido a la masacre y secuestro de soldados y un primero de enero, viajando a las 10 de la mañana, en un recorrido de 24 horas Cali-Pasto-Mocoa-Orito-La Hormiga, el ascenso de 6 horas al sitio donde fue muerto Alfonso Cano, de las Farc. Son solo unos casos, donde coincidíamos y compartíamos tropiezos y nos apoyábamos entre colegas.
Siempre era con el conductor y el reportero gráfico, a veces en viajes de 5, 7, 15 días y hasta un mes, como me tocó con Carlos Ortega, en Popayán.
Hoy, en más de una ocasión, basta con tomar la imagen o un video de las redes sociales, contactar a alguien que la haya tomado y con algunas llamadas se tiene la información. Corresponsales a distancia, sin contacto con la fuente, agentes externos sin el calor humano de la comunidad.
También veía a los periodistas deportivos que iban al estadio, por ejemplo, para ver el partido de turno y cuando llegaban, a las 6:00 de la tarde, se les veía redactar el comentario, escoger las fotos de la portada del diario o del semanario, tipo ‘Balón’ o ‘Nuevo Estadio’ y solo se marchaban a eso de la medianoche sin que olvidemos los que trabajaban, al mismo tiempo, en la radio.
Quienes informan del deporte de multitudes o de las demás actividades deportivas, en este tiempo, ni siquiera los dejan ingresar a los escenarios de la actividad del músculo por decisión de quienes dicen ser los dueños del fútbol, pero eso sí, nos convertimos en idiotas útiles para promocionar un espectáculo qué deja mucho que desear. Entonces, ¿dónde están las agremiaciones de los periodistas?
Lo que nos llama la atención, a los llamados periodistas de ‘antes’, es que ‘los de la era digital’, sin estar en la tribuna o en el palco de prensa, hablan o escriben de lo que ocurrió en la cancha y dan cátedra de manera desafiante, reflexiva y a veces dolorosa por lo que olvidan que el mejor remedio, contra todos los males, es el trabajo y “si quieren saber dónde está Dios, hay que preguntarle a un borracho”. La frase no es mía, es del escritor Charles Baudelaire.
Lo expresado es solo un vistazo de esa época de ‘antes’ en la que los lectores, oyentes o televidentes sintieron que fueron marcados en el corazón al recibir una huella. Entonces, ¿los medios alternativos y quienes están detrás de ellos serán la contraportada de una época dorada en el periodismo?