Por María Victoria Zapata B.
*Hoy el DIM tiene fútbol, tiene gol y, fundamentalmente, tiene alma.
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Empate, a un gol, en el estadio Hernán Ramírez Villegas, y un partido en el que, como una especie de déjà vu, el Deportivo Independiente Medellín repitió una parte de su dramática historia del miércoles pasado ante Millonarios y tuvo que sacar a relucir nuevamente su combatividad, esfuerzo, solidaridad y sacrificio.
Porque tuvo que hacerle frente a la inexplicable omisión de un tiro de penal a su favor (la mano del zaguero Carlos Ramírez al minuto 5), al marcador en contra desde el minuto 35, tras la anotación de pena máxima de Carlos Ramírez, a la aún más incomprensible expulsión de Juan David Mosquera, al minuto 44, la insólita tarjeta amarilla a Luciano Pons, a la arremetida matecaña en los minutos finales del compromiso y al pésimo arbitraje del colegiado Nicolás Gallo.
Y lo hizo con coraje y amor propio. Y con compañerimo. No ahorró una gota de sudor aunque se vio obligado a dosificar su ataque. Dejó atrás esos pasivos y apáticos juegos en condición de visitante que tantas veces le censuramos (ante Patriotas, Once Caldas, Equidad y Santa Fe, entre otrtos) e hizo gala de su nueva y notable fortaleza anímica que impulsó sus partidos ante América de Cali y Millonarios y, ayer, ante el Deportivo Pereira.
El cuadro risaraldense montó un esquema defensivo y contragolpeador. No usufructuó la superioridad numérica que tuvo durante la totalidad del segundo tiempo, tras la expulsión del Mosquera. Tampoco fue dominador del balón ni del compromiso.Y a pesar de llevar algún peligro al pórtico custodiado por Luis Erney Vásquez, especialmente después de la anotación de Pons, Independiente Medellín fue quien manejó el esférico y, a punta de garra y entrega, neutralizó todas las incursiones matecañas.
Para el DIM, este juego de la décimo tercera fecha se llevó a efecto una cancha lisa y difícil debido a la lluvia, con un 4-3-3 que debió ser modificado debido a la expulsión de Mosquera y obligó al técnico Julio Comesaña a ordenar los relevos de Javier Méndez por José Hernández y de Jean Pineda por Juan Guillermo Arboleda, para el período complementario. Posteriormente, al minuto 56 ingresaron Andrés Ricaurte y Luciano Pons, en sustitución de Felipe Pardo y de Díber Cambindo. Y al minuto 80, una jugada entre volante y atacante, le entregó al DIM el anhelado empate y al goleador argentino su octava anotación con la casaca roja. Un empate de gran valor, dadas las circunstancias adversas y desafortunadas del partido.
Respecto de la pésima gestión de Nicolás Gallo, reincidente en materia de equivocaciones mayúsculas contra el DIM, con o sin Var, el colegiado caldense ayer perjudicó reiteradamente y de manera ostensible al Equipo del Pueblo, dejó en entredicho su idoneidad como juez Fifa y ratificó que el arbitraje en Colombia requiere, con urgencia, de otras directrices y manejos. No es sano para el fútbol, nunca lo será, que el juez central sea el protagonista del partido, tal como ocurrió anoche en el estadio Hernán Ramírez Villegas.
Finalmente, y muy a pesar del empate, a nosotros los hinchas poderosos nos complace e ilusiona ver otra fisonomía en el Deportivo Independiente Medellín visitante y esa enorme fortaleza emocional que ha exhibido el equipo en sus últimos partidos . Da gusto ver unos jugadores comprometidos con la causa roja, luchadores incansables y brillantes de transpiración. Hoy el DIM tiene fútbol, tiene gol y, fundamentalmente, tiene alma.
[María Victoria Zapata B.]