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Placeres… La vida es tan incierta..
- Actualizado: 24 marzo, 2022
POR WILLIAMS VIERA, desde USA.
Sólo tengo un rato para escribir este relato onírico luego de convencer, a una enfermera, contra toda regla, que dejara de darme los medicamentos recetados debido a una intervención quirúrgica que, aparentemente, era sencilla, de solo 120 minutos, pero que se complicó a tal punto que terminé, como paciente, en un quirófano durante ocho horas y media, con 30 grapas en el estómago que parecen trofeo de guerra.
Era consecuencia de una cirugía bariátrica que dejó huella por los 32 centímetros abrieron y que tuvieron que cerrar después de extirpar la vesícula biliar que no encontraban debajo del hígado, en la parte superior derecha del abdomen.
De acuerdo con lo expresado por los médicos y las enfermeras que atendieron el caso, aquel órgano en forma de pera me hizo buscarle una similitud y la encontré con una pelota de trapo. Ella nos servía para jugar fútbol junto a los muchachos de la cuadra, en nuestro ya lejano tiempo de barrio de calles sin pavimentar, pero que proporcionaba alegrías por ser la más barata al estar forrada con un pedazo de media que rodaba sin saltar y con la que no podíamos hacer centros ni meter un gol de cabeza.
Sí, la comparación era valedera en medio de la inconciencia producto de la anestesia, del coctel de medicamentos, del incremento de la glucosa ocasionada por el estrés, a la variante de oxígeno en la sangre que oscilaba entre los 85 y los 88% sin sostenerse en los 90 de acuerdo con el oxímetro de pulso y, lógico, del dolor del que tanto se habla y del que, dicen, es capaz de robarnos la ilusión por la vida como si fuese un entrenamiento para superar el miedo a la muerte.
En ese momento de dolor, sin exagerar y sin saber la razón, recordé a Álvaro ‘El Flaco’ Medrano, natural de Nechí, uno de los kinesiólogos históricos del América en la época del técnico Gabriel Ochoa Uribe y del preparador físico Gastón Moraga.
La evocación del ‘Flaco’ Medrano, en ese instante, tenía, quizás, su razón de ser. Él había dirigido durante los últimos cinco minutos al América en el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores, el 29 de octubre de 1986, en Buenos Aires, ante River Plate, por expulsión del técnico Ochoa Uribe. Él, además, llevaba el ‘agua milagrosa’ para curar a los jugadores que interrumpían los partidos que sufrían leves faltas mientras fingían espantosas muecas por la sensación aflictiva en una parte de sus cuerpos, pero que tenían como finalidad perder tiempo como ocurrió con Roberto Cabañas en aquel partido mítico de desempate de la Libertadores de 1987 y que sostuvieron, América-Peñarol, en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, el 31 de octubre de ese año, y que llevó a Umberto Valverde, escritor y periodista, a titular en la edición 61 de la revista del América: “No fue una derrota, sino un golpe en el corazón”.
En medio del sopor en el que me encontraba, uno de los enfermeros que atendía, en esa área del hospital, dijo con voz nostálgica y con pasos perdidos:
“A usted lo conozco desde la época en que trabajaba en Caracol y por sus escritos en ‘Balón’ y en El Tiempo. Soy hincha del Medellín. Le envío mis respetos a don Alfredo. Sé que no es el momento, pero tengo una inquietud para usted y es con respecto al narrador del partido en el que América pierde en Chile en los últimos 8 segundos cuando dice: ‘(…) le queda la pelota a Aguirre, se metió en la caldera, remata, ¡gol…! No lo voy a cantar… ¡No lo voy a cantar…! Es increíble, no lo voy a cantar, Dios mío, ¿por qué…? ¿Por qué siempre a nosotros, Señor?’…”.
Entonces, le respondí:
“No lo recuerdo. La frase de esa narración pudo ser de Jairo Aristizábal Ossa, de Rafael Araujo Gámez, del ‘Tato’ Sanint, de ‘Paché’ Andrade, de Armando Moncada o de William Vinasco Ch”.
La respuesta de esa manera, por supuesto, iba dirigida a los cibernautas de Cápsulas para que, por favor, nos ayuden a encontrar al autor de aquella narración histórica del fútbol profesional colombiano.
¿Agua milagrosa?
En nuestro caso, en las condiciones referidas, necesitaba ‘agua milagrosa’, oraciones o algo por el estilo, pero no se trataba de calambres como los que sufre Jorge Soto, de 28 años de edad y arquero de Jaguares, “para suspender el partido” como escribió, en Capsulas, recientemente, Jorge Iván Londoño, con su respectiva recomendación a los rivales: “El santo remedio para aliviar de tajo los calambres, es su majestad el gol”. Entonces, don Alfredo Carreño Suárez complementó: “El segundo arquero de Jaguares parece que ha asimilado bastante del titular Pablo Mina (36 años), gran maestro en esto de perder tiempo. Es en general ‘vicio’ de los dueños del arco”.
Lo que no sabía es que en una habitación de hospital se entiende, en medio del horror de la oscuridad o de la penumbra, que la vida es tan incierta como el fútbol o si no que lo diga la historia debido a la derrota de Brasil, 1-2, con Uruguay, en el llamado ‘Maracanazo’ en la Copa Mundial de 1950 o el partido que protagonizaron Italia-Brasil, con victoria del primero, 3-2, en el que se registró, esto para los más jóvenes, un encuentro genial, la perfecta expresión de dos culturas futbolísticas, el pragmatismo italiano y la alegría brasileña que representó la tumba de la selección ‘auriverde’ en el Mundial de España 1982; o del ‘Milagro de Berna’ por el triunfo de Alemania, 3-2, ante Hungría, conocido como el ‘Equipo de Oro’ o ‘Magiares mágicos’ y favorito para lograr la Copa Jules Rimet después de aplastar, 8-3, en la primera fase del torneo, a Alemania Occidental, en Suiza 1954; o el empate de Colombia, 4-4, ante Rusia en Chile 1962 y de la aplastante victoria, 5-0, de los colombianos, a su similar de Argentina, en Buenos Aires, en partido clasificatorio para la Copa Mundial 1994 y que por eso, el mundo del fútbol vendió la idea de que el seleccionado cafetero, dirigido por Francisco Maturana, sería campeón en la tierra del ‘Tío Sam’; o quien no tiene presente lo que aconteció, hace poco, con el triplete de Karim Benzema, el ‘9’ del Real Madrid, quien, en 17 minutos, le dio vuelta al partido y a la serie para dejar al Paris Saint Germain, el equipo de las estrellas en el que estaban, entre otros, Lionel Messi, Neymar y Kylian Mbappé, sin Champions League luego de imponerse, 3-1, en el Santiago Bernabéu, con global, 3-2, en los octavos de final.
En medio de tanta incertidumbre le había pedido a una enfermera que dejara de darme medicamentos que ya me tenían noqueado como si hubiese recibido un jab lanzado, en su momento, por Antonio Cervantes, conocido como ‘Kid Pambelé’.
“Lo que me pide no lo podemos hacer. Usted debe entender que está vivo de milagro. El médico ya se lo explicó a su señora y a usted. Su intervención quirúrgica que era de dos horas, se complicó y se convirtió en más de ocho. Recuerde que al día siguiente regresó al quirófano, estuvo tres horas, se le hizo una endoscopia para extraer algo que le quedó en su cuerpo a pesar de la cirugía con bisturí. Además, perdió mucha sangre y su nivel de oxígeno sigue siendo bajo, no lo sostiene y debemos evitar que adquiera una neumonía. Por lo tanto, no podemos descuidarlo. Su recuperación va a ser muy lenta y rece para que Dios lo proteja”, dijo la enfermera.
Aquello era como si dijera que prefería a un optimista que en cada amanecer huele el perfume de las nuevas flores y no un pesimista que en cada amanecer huele a cementerio.
No es alucinación
Mientras la noche se deformaba en un viaje alucinante producto del volumen de medicamentos a los que no estaba acostumbrado debido a que nunca había sufrido ni siquiera un dolor de cabeza, justo, a los 55 minutos de cada hora, como si fuese la tanda comercial en la antesala de los informativos noticiosos de Todelar, de Caracol, de RCN, de Super o del Grupo Radial Colombiano, llegaba un profesional de la medicina, hacía las mismas preguntas y terminaba dándome dos píldoras. ¿De qué? No tengo ni la menor idea, pero me permitían que me sintiera conmovedoramente patético capaz de descender al infierno y resignado a decirle a la dama de las pastillas: “Mire a lo que nos reduce la edad”.
El tiempo en una habitación de hospital pierde todo su sentido a pesar que el hombre es un incansable aventurero hasta el último instante de su vida. Así lo han demostrado los periodistas que han muerto, al menos en este tiempo, por causa del Covid-19 o en la guerra fratricida entre Rusia y Ucrania y de la que informa, directamente, desde el lugar de los hechos, Félix de Bedout Molina, ‘hijo’ de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín y actual presentador del Noticiero del Fin de Semana de la cadena Univisión en Miami, Estados Unidos.
De Bedout, con sus informes diarios y con el apoyo de las imágenes que acompañan su voz al igual que el de los demás corresponsales, registra argumentos de sobra para pensar que la vida es miserable produciendo, entre los que se sientan en el sofá a ver los telediarios, una mueca de asco: El mundo está hecho una mierda. Entonces, los más viejos recordamos y le recomendamos a los más jóvenes, para que saquen sus conclusiones, que escuchen ‘Cambalache’, el tango de Julio Sosa: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé / En el 510 y en el 2000 también…”.
El periodista antioqueño, desplazado a la nación conocida como ‘el granero de Europa’, realiza su trabajo de contar la tragedia, el dolor y la injusticia de “una guerra absurda que no va a ninguna parte” como si estuviese al otro lado de la habitación en la que nos encontramos, pero demostrando una relación con la vida, la muerte y la memoria. Entonces, De Bedout, en la pantalla, da a conocer la historia de un edificio de apartamentos que fue impactado por un misil y en el que un hombre ruso, viviendo en Kiev, se salvó de morir mientras veía por televisión el triunfo del equipo en el que milita el volante colombiano Wilmar Barrios, Zenit, 2-0, ante UFA.
Lo curioso del hombre mencionado es que en vez de lamentarse por quedar sin vivienda, se quejaba que Rusia no podía asistir al Mundial de Catar 2022 debido a la sanción impuesta por la FIFA.
En busca del tiempo perdido
Y mientras el mundo seguía rodando como si fuese un balón de fútbol en el tapete verde, mi señora como mis hijos no podían parar el tiempo mientras veían el reloj de la existencia en la sala de espera al igual que el monitor instalado en el que se informa el nombre de los pacientes y que se asemeja al de los aeropuertos en el que se anuncia la llegada o salida de los vuelos.
De pronto, de acuerdo con la versión de mi señora, quien también es periodista, mi nombre desapareció de la pantalla como si la muerte hubiese llegado y con ella la angustia. Preguntó qué sucedía, pero nadie le daba razón. La incertidumbre se apoderó del lugar. El tiempo avanzaba. Los otros pacientes que estaban en cirugía aparecían sin novedad. Me había convertido en un fantasma en ese complejo hospitalario que tiene 19 mil empleados que hablan diferentes idiomas y que hacen diversas labores, en los 198 edificios que ocupan 428 acres.
“¿Qué pasó con Williams? ¿En dónde está? ¿Por qué se demora tanto tiempo la intervención quirúrgica que se supone es de dos horas? Por favor, enfermera, dígame”, dijo mi señora.
“No sé qué sucede, lo único que le puedo informar es que ¡él se encuentra en la sección de cáncer!”, respondió la enfermera.
“¿Qué?”.
“No se preocupe. Él está ahí porque no había un quirófano disponible en otra sección”, dijo la enfermera.
Imagínese, “no se preocupe”. No tiene sentido preocuparnos por la muerte mientras existimos, pero si eliminan a la Selección para ir al Mundial de Catar 2022 o si pierde el equipo amado o los representantes que participan en la Copa Libertadores es el caos.
Vivir en olor a periodismo
La verdad es que el pedido a la enfermera que suspendiera los medicamentos, surtió efecto tal vez porque los profesionales médicos se dieron cuenta que la muerte no parecía tan inminente como al principio. En aquel momento en que ella apareció de nuevo, en la habitación 912 en la que me encontraba, estaba tan aturdido por las dudas que pensaba que la bella dama huesuda no iba a estar presente, pero si se presentaba ya no existiría porque estaría atrapado entre sus manos como cuando el arquero ahoga el grito de gol en la tribuna luego de atrapar el balón.
“Los médicos que atienden su caso, le dieron una hora sin medicamentos, pero vamos a estar pendientes de su nivel de oxígeno”, dijo la enfermera.
Entonces se produjo la ley de la termodinámica. La noción de la flecha del tiempo que obliga que el tiempo fluya en un solo sentido: del pasado hacia el futuro. Los recuerdos no se pueden dominar. Eran como cicatrices tatuadas en el imaginario colectivo en la estación de la nostalgia.
Ahí, en ese cuarto de hospital, no sabía con certeza si estaban sucediendo cosas extraordinarias por las imágenes surrealistas que se registraban en mi cerebro.
“Tiene una hora”, me pareció escuchar de nuevo. Entonces, el pasado hizo su trabajo y podía volver a vivir algunos momentos.
“Tiene una hora para que envíe la nota del partido”, frase típica de Gabriel Meluk y de José Orlando Ascensio, por teléfono, desde Bogotá para Cali, los domingos, en El Tiempo.
“Estamos colgados, hay que escribir rápido. La impresión de ‘Balón’ será primero que la de Occidente”, decía Jairo Chávez Ávila.
O aquellas reuniones de redacción que dirigía Óscar Rentería Jiménez, en Caracol Cali, en las que estábamos, entre otros, Carlos Alberto Lenis, Ebert Montoya, Reinaldo Barco, Gustavo ‘El Inspector’ Vidales, César Augusto ‘El Médico’ Arias y quien escribe estas líneas. Entonces, Rentería terminaba diciendo: “El día que muera, lo haré con un micrófono en la mano. En el mundo hay mucho terror y miedo mientras el mañana no nos pertenece. Una de las pocas diversiones que quedan es el fútbol. No lo olviden muchachos”.
Y mientras veía al mundo a través de un montón de imágenes rotas, apareció un titular de 1985 del diario El Colombiano: “Herrera y Sarmiento, los conquistadores”.
Entonces, en esa cama de hospital, recordé las palabras de Alfredo Carreño: “Ya que nos visita en Medellín y si no es mucha molestia, por favor nos puede escribir una nota de cómo viven ‘El Arriero’ Herrera y Pedro Sarmiento en Cali, pero tenemos poco tiempo debido a la hora del cierre”.
Por eso, después de estar más allá que de acá, entiendo que la vida es tan incierta como un partido de fútbol y la misma debería de ser más que simplemente sobrevivir. Entonces, termino diciéndole GRACIAS a todos aquellos que oraron por este servidor. Solo debemos recordar que todo lo que hacemos no es para hoy, sino para mañana. La vida se vive un momento, nos pertenece y no nos pertenece.
Daniel Restrepo
25 marzo, 2022 at 7:29 pm
POR LA REAPARICIÓN DE WILLIAMS VIERA
Como así pues home Don Williams. Que chistecito tan recag… el suyo. Yo dizque esperando a que fuera viernes pa leer su columna porque como vi fotos del América y Falcioni, me dije que mejor me la leo el viernes por la tarde ya en la casa bien bacancito. Y que?
Que resulta que es una columna casi que del más allá (aunque si comparamos distancias -Costa Este y Oeste-,uno de los dos si está más allá que el otro. De todas formas Don Williams, que bueno por seguir disfrutándolo (sus escritos no sea malpensado) y me alegro mucho de que esté bien acompañado por su familia.
Ánimo y pa delante pues papá!!!
Daniel Restrepo
Hincha de America
Los Angeles
Victor H Restrepo Tapias.
25 marzo, 2022 at 1:47 pm
POR CRÓNICA DE WILLIAMS VIERA
Gracias señor Viera por su crónica muy única y especial. Mis mas sinceros deseos por su pronta recuperaciòn y su mejorìa en salud y bienestar. DIOS permita tenerlo mucho tiempo con nosotros, parece que el Todo Poderoso nos necesita y algunos nos da una buena pròrroga.
Por un hermano pude conocer a Alvaro Medrano, gran tipo humilde y sencillo, por èl conseguìamos boletas para ir a ver jugar al Amèrica, era la època en que los rojos ganaban todo lo local y el estadio vacìo, recuerdo que el profe Ochoa al ver esta pereza del hincha, levantò una polémica en Cali los mandó a sus hinchas a bañarse al charco del burro, un lugar acà en Cali donde va la gente regularmente con sus paseos de olla.
Medrano veìa por su familia que era numerosa y si no me falla la historia, Medrano reciclaba y fueran las hijas de Victor Pignarelli que lo ayudaron para arrimarlo al Amèrica y alli estuvo luego con el Dr Ochoa. Muy apreciado por todos en ese Amèrica no quisiera caer en imprecisiones pero creo que Alvaro Medrano muriò. Nos enterabamos de asuntos de la del América por èl y de la personalidad de sus jugadores, los amables, los mas generosos, los mas dìscolos y cosas por el estilo de aquel poderoso América.
Víctor H. Restrepo Tapias
Hincha de Nacional
Cali.
Jhon Mantilla
25 marzo, 2022 at 1:10 pm
PREGUNTA PARA ANTENA 2
Buenas Tardes Don Alfredo. ayer en el encuentro Colombia vs Bolivia antena 2 NO transmitió el compromiso sino hicieron un especial, pero la verdad bastante flojo. Que ocurrió allí? del porqué NO transmitieron?.
John Mantilla
Del editor. Desconocemos las razones. Jhon vamos a preguntar qué pasó.
Hincha de Atletico Bucaramanga
Bucaramanga
Maria Elena Trujillo
25 marzo, 2022 at 5:55 am
POR LA RECUPERACIÓN DE WILLIAMS VIERA
Nos alegra su recuperación señor Viera. ¡Qué crónica más agradable! y eso que la escribió en medio de las dificultades de salud… rezamos por su total recuperación para seguir leyendo sus notas tan especiales llenas de datos y anécdotas.
María Elena Trujillo
Hincha de Santa Fe
medellin
Alberto Giraldo
24 marzo, 2022 at 1:12 pm
REFLEXIÓN
Contrataron comentarista Argentino falta narrador Brasileño.
Alberto Giraldo
Hincha de Santa fe
Bogota
Juan Sebastian Cardona
24 marzo, 2022 at 12:29 pm
*Por la crónica de Williams Viera
Que buena nota. Periodismo clásico.
Juan Sebastián Cardona
Del editor. Gracias Juan por el concepto. Cuánta falta hace la crónica en el cubrimiento deportivo.
Hincha de Nacional
Medellin