Capsulas de Carreño

Placeres… Nadie se salvará..

POR WILLIAMS VIERA, desde USA.

 

 

Durante días pasados de reflexión, hemos tenido un poco de tiempo para seguirle la huella al tema del VAR que hasta las caricaturas impresionan por los mensajes que envían.

La publicada en el diario La Patria es el reflejo de lo que acontece en los estadios. La idea, expuesta por Ricky y su lápiz magistral, sino nos equivocamos, es el sentir de los aficionados, de los periodistas, de los directivos, de los patrocinadores, y hasta de los árbitros, quienes ni fu ni fa en el tema de autoridad en la cancha. Ellos ya no deciden en el denominado ‘Planeta Fútbol’ ni creen en lo que ven. Sólo esperan que les repitan la jugada y les digan, “fue penal o debe ser roja” por lo que el central se ha convertido en Pilato, ¿se acuerdan de ese pasaje bíblico?

“Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente y dijo: ‘Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis’…”, así se lee en el libro de Marcos en el capítulo 27, versículo 24.

El humor es una de las mejores formas de disfrutar los sinsabores que nos da la vida y más en el fútbol. Así lo demuestra el caricaturista Ricky y su lápiz en el diario La Patria de Manizales.

Antes de que llegara el ‘Video Assistant Referee’ (VAR, sigla por su nombre en inglés), creíamos que los árbitros eran los malos, los que podían arreglar partidos a través del reglamento. Eso, al menos, decíamos: “el árbitro que aplica las 17 reglas como es, puede cambiar la historia de un partido”. Entonces, escuchábamos, “Padre, perdónalos que no saben lo que comentan”.

La derrota del equipo amado era endilgada al árbitro mientras la tribuna enardecida, como recompensa, le recordaba el segundo domingo de mayo al igual que a sus compañeros, quienes eran los encargados de levantar los banderines si se registraba un fuera de lugar o si había una falta que el central no veía por estar lejos de la jugada o porque se hacía el ciego a la hora de decretar una pena máxima.

Nadie está contento con el VAR. Alguien, en cualquier acción, tiene algo que decir.

Las mamás de los árbitros de esa época, no tan lejana como se supone, terminaban con los oídos estropeados y ellas, en su ingenuidad, les decían al llegar a casa: “¿Otra vez te equivocaste? Me zumba la cabeza de tanta puteada que recibiste o ¿es que crees que todo eso no me ofende?”.

Las ciudades en las que se disputaban los partidos carecían de otra distracción que no fuese el fútbol, pero sobre todo al final de los 90 minutos por lo del ‘coro celestial’ mientras los que estaban arriba, encabezados por San Pedro, movían las cabezas sin dejar de reírse. Era como vivir hoy en Pacho, Cundinamarca, pero sin luz eléctrica. Café en la mañana, una sopa deliciosa con una gran cantidad de pescado hecha en olla de barro por aquello de la Semana Santa que la volvimos, con todo respeto, ‘Semana de Parranda’ y la compañía de turno por la noche.

Lo del VAR acabó con todo eso. Le quitó el sabor y el picante al espectáculo. Ahora es, “paren el partido y veamos la repetición”. Entonces, sucede la magia de un efecto fantástico. Se cae la señal, ¿qué hago? Se pregunta el árbitro como si tuviese un problema gástrico.

Los directivos hablan de demandar a las empresas del mundo que controlan el VAR, pero creemos que la demanda tendría más fuerza moral, ¿si nos entienden?, si la presentáramos de manera conjunta por aquello de que ya no nos dejan ir al estadio a trabajar por aquello de la exclusividad. Entonces nos tenemos que conformar de ver los partidos por intermedio de la caja mágica.

Los aficionados que ya no pueden cantar el ‘coro celestial’ se sienten desconcertados y ni siquiera opinan o si lo hacen es como María Victoria Zapata, quien pone las tildes en las ‘í-es’ cuando escribió: “Lejos de constituir una ayuda o un complemento de la  labor arbitral, el VAR en Colombia es un problema, que cada vez se hace mayor. Ni la censurable Comisión Arbitral ni la pusilánime Dimayor, toman cartas en el asunto”.

En tanto, los periodistas hablamos y hablamos, bla, bla, bla. Y hasta razón tenemos. Al menos Andrés Villegas, en la sección 90 minutos en 90 segundos, del portal ColombiaSport.net, hizo un retrato de lo que ocurre con la famosa herramienta: “No hay concepto unificado, ni pudor ni vergüenza…”, dijo Villegas al comienzo de su disertación al referirse al juego Medellín-Nacional que aún se comenta y del que se hablará por los siglos de los siglos. Y agregó en el minuto 50: “El VAR llegó para exhibir cómo es esto por dentro… Gana el malicioso, el ventajoso, el que engaña, el que tira la piedra y esconde la mano…”.

Lo anterior nos sirve para recordar el libro de Proverbios, en su capítulo 11: “El peso falso es abominación al Señor, pero el peso cabal es su deleite”.

Entonces, por lo leído, por lo escuchado y por lo visto, podemos decir que nadie se salvará. Sólo las moscas y las cucarachas contra las cuales nada han logrado los científicos que se pasean por el espacio y hacen toda suerte de maravillas. Lo que sí sabemos y es triste es el engaño que estamos viendo en el fútbol. Se impuso una herramienta para mejorar la aplicación del reglamento, pero la suspicacia, desde que apareció el VAR, se convirtió en el pan diario.

La letanía de una cibernauta

Decíamos al comienzo de este escrito que estamos en días de meditación, pero este momento no nos impide dar a conocer una carta de una lectora de este portal.

Y lo tenemos que confesar, me he divertido con cada línea como si estuviera leyendo la columna de ‘El Fantasma’ que aparecía en las páginas 22 y 23 del semanario Balón que creó Esteban Jaramillo y que los lectores empezaban, justamente, por esa sección cargada de chismes faranduleros. ¿Quién escribía aquellas páginas? Ni se sabe.

A raíz de esto, lo que sí podemos asegurar es que el género humano, en este tiempo, perdió el sentido del humor y en tal circunstancia los problemas se acrecentaron, al menos, “así lo veo yo”, la frase no es de quien escribe estas líneas sino del comentarista deportivo Marino Millán.

Entonces, demos paso a una de las integrantes de la comunidad Cápsulas y su misiva:

Señores:
Alfredo Carreño y Williams Viera:

Andrés Villegas en la sección 90 minutos en 90 segundos, del portal ColombiaSport.net.

Si ustedes me lo permiten, les he preparado un breve mensaje para el recogimiento de las almas en estos días de fe en que se conmemora la muerte de Cristo (Jueves y Viernes Santo), Cristo dentro del sepulcro (Sábado Santo) y finalmente la Resurrección de Jesús (Domingo de Pascua).

Si Jesús volviese, en este momento, estaría desconcertado por lo que ocurre en el mundo, sobre todo en el fútbol, con los dirigentes y con los periodistas deportivos, a quienes aprecio. Ellos me han distraído durante la pandemia en las horas de soledad y aburrimiento.

La presente letanía tiene que ver con lo que harán algunos personajes muy conocidos durante la Semana Mayor y sus rogativas.

Ramón Jesurún Franco, presidente de la Federación Colombiana y Vicepresidente de la Conmebol, irá al cerro de Monserrate a pedirle al Señor Caído que el país se olvide del caso de la reventa de boletas.

Álvaro González Alzate, vicepresidente de la FCF y presidente de la Difútbol, le pedirá a la Virgen del Carmen de Villa de Leyva, que el proceso de la reventa de boletas prescriba.

Marino ‘El Tola’ Millán y su característica forma de decir, “así lo veo yo”.

Carlos Antonio Vélez le hablará a San Martín de Porras para que le ayude a pasar de profesor de fútbol a orador en el Congreso de la República.

Esteban Jaramillo Osorio visitará la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Manizales para gestionar, de nuevo, su amistad con Carlos Antonio Vélez, quien lo tiene bloqueado.

Wbeimar Muñoz rogará ante la Virgen de la Macarena que le permita hacerse un estiramiento adicional en el rostro.

Jorge Eliécer Campuzano que Dios le permita volver al Atanasio Girardot con público en las tribunas para pedir el tiempo de juego.

Javier Hernández Bonnet que el Divino Niño le permita consolidar a su hijo, Juan Pablo, como presentador de televisión.

Marino Millán Moscoso irá a Buga, a la Basílica Del Señor de los Milagros, y le rogará a la escultura de color oscuro que representa a Cristo, que le permita regresar a Caracol.

Henry ‘El Bocha’ Jiménez y lo que le quita el sueño. Tener su propia estatua en Buenos Aires.

Jairo Chávez Ávila irá a Buga, de la mano de Millán, para suplicar que reaparezca ‘El Fantasma’ y con ellos estarán Luis Enrique ‘Palito’ Delgado y Alberto Marulanda, quienes juntos no dejan títere con cabeza.

Mario Alfonso Escobar, el popular doctor Mao, subirá al Cerro de las Tres Cruces y durante el peregrinaje pedirá una emisora en Cali, pero sin líos de ninguna naturaleza.

Henry ‘El Bocha’ Jiménez le pedirá a San Judas que le hagan una estatura en Buenos Aires, Argentina.

‘Paché’ Andrade irá donde la Virgen Morena para que le permita tener su propia emisora. Ya tiene restaurante en donde va a comer.

Los demás se quedarán en casa comprobando que en la mitad del pecho todavía conservan algunos pelos que los hacía acreedores de respeto cuando estaban jóvenes…

De ustedes me despido, más contenta que novia estrenando novio, una asidua lectora y una radioescucha de los programas deportivos. Un fuerte abrazo.

Y me despido, como se lo aprendí a Óscar Rentería Jiménez, mi maestro.

Hasta la próxima,
Marcela.

 

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2 comentarios

  1. jose ignacio lopez

    20 abril, 2021 at 9:38 pm

    *Por Placeres, columna de Williams Viera
    Don Alfredo y ciberlectores buenas noches. Y eso que para hacerlo más picante falta mencionar al muy acomodado y arribista Imer machado. Me puede editar… edición..
    José Ignacio López, Itagüí

    Hincha de D.I.M.
    ITAGUI

  2. Alberto Pardo

    20 abril, 2021 at 8:09 am

    *Mucho verso, poco contenido
    El VAR llegó y es lo nuevo del fútbol y toca adaptarse.
    El picante y el buen fútbol lo ponen los jugadores, no los árbitros.
    Alberto Pardo, Bogotá, hincha de Millonarios

    Del editor. De Alberto para la columna en medios de Williams Viera desde USA.

    Hincha de Millonarios
    Bogotá

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