*El fútbol en Argentina no solo es un ordenador social sino una plataforma política que transforma.
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Al presidente de la AFA lo esmerilan viejos amigos y muchos clubes de Primera. Alberto Fernández lo desaprueba, pero el Gobierno asegura que no tiene un candidato. Resquemores por la renovación televisiva a Disney y contratos desprolijos. Mientras tanto, Tinelli junta votos.
Observado con desconfianza por el presidente Alberto Fernández y un sector mayoritario del Gobierno, con dirigentes que antes pertenecían a su círculo íntimo y ahora comandan su desestabilización, Claudio “Chiqui” Tapia atraviesa su primera gran crisis al frente de la AFA, la casa del fútbol argentino que es codiciada por su visibilidad y por ciertas bondades que un dirigente sintetizó en estos días de rosca permanente: “Genera más poder y administra más dinero que un ministerio, ¿cómo no vamos a disputarla?”.
Es por eso, y porque el fútbol en Argentina no solo es un ordenador social sino una plataforma política que transforma –sobre todo en las últimas décadas– a dirigentes en funcionarios, que la Casa Rosada observa con atención lo que se pergeña en los sótanos de Viamonte 1366, un edificio que desde que se murió Julio Humberto Grondona, en 2014, nunca ofrece demasiada previsibilidades.
Hay quienes consideran que la presentación ante la IGJ, luego estimulada por San Martín de Tucumán con otro escrito, es un golpe de nocaut para Chiqui. Un “game over” que circula como sticker en los chats dirigenciales. La oposición de Chicago ya avisó que, en caso de ganar las elecciones de hoy, retirará esa denuncia. Daniel Ferreiro, ex vocero de Tapia y referente del oficialismo en el club de Mataderos en la última década, sabe que puede perder, pero que la última piña antes de caer ya está dada.
Todo eso, más algunas desprolijidades que el arco legislativo ya advirtió (como el contrato con el que le cedió la exclusividad digital de AFA a su sucesor en Barracas Central, denunciado por Graciela Ocaña) profundizaron un recelo que venía desde hace tiempo, quizás atizado por advertencias y comentarios de Luis Segura, expresidente de Argentinos y un viejo amigo de Alberto, y también de Marcelo Tinelli, en quien el Presidente confía y descansa en temas de fútbol.