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Quitémonos el sombrero. Por Pablo Arbeláez Restrepo
- Updated: 7 julio, 2015
Por Pablo Arbeláez Restrepo
Tan francés como la champaña es el ¡chapeau!. Esta expresión se escucha con frecuencia en la sala de prensa del Tour, para mostrar admiración. ¡Me quito el sombrero!
El chapeau fue este martes una constante alrededor de la carrera del país del hexágono, tras haber entrado a este territorio en el que se hace valer el esfuerzo de alguien, esta vez iniciando la lista con el panzer Tony Martin.
Era el pavé, con 223,5 kilómetros de la etapa más larga de la edición de los 102 años, la que contó con mucho más espectáculo, como ha sido la constante en estos días desde que se dio el primer pedalazo en el colorido Utrecht, en Holanda.
¡Chapeau! para el germano Martin, quien desde el día inicial quería esa camiseta amarilla que lucía el británico Chris Froome, que en términos literales se desencartó, él y el Team Sky. «Nos quitamos un peso de encima y creo que Tony la llevará hasta los Pirineos», advirtió el keniata que se nota agresivo en su andar.
Tony, a quien apodan el Tigre, sacó sus filudas garras en momentos clave de una durisima jornada, en la que igualmente brillaron Rigoberto Urán, compañero de Martin, y Nairo Quintana, quienes superaron las siete porciones de pavé, con bravura y determinación. Mostraron mucha finura.
Lo de Martin resultó genial, porque además de organizar al cuadro del Etixx-Quick Step en un terreno inhóspito como lo es el pavé, tuvo la ambición necesaria para ganar la cuarta etapa que llegó a Cambrai, la tierra de los betises, famosos caramelos de la nación gala. Su fuga en los kilómetros finales, fue una muestra de enorme arrojo y deseo de asumir el liderato.
Y el teutón no lo hizo de cualquier manera. El tres veces campeón mundial de la contrarreloj -entre 2011 y 2013- cruzó la meta en bicicleta prestada. La suya la había dejado 20 kilómetros atrás, cuando por un pinchazo, debió recibir la de su compañero Matteo Trentin. «Me costó adaptarme a la bicicleta de Matteo, pero me sirvió para ganar», anotó el corredor de 30 años nacido Cottbus, quien ajustó su quinto éxito parcial en la Grand Bouclé.
«Este era un enorme anhelo y se lo había expresado a Eddy Merckx -cinco veces ganador del Tour-, quien me saludó en la partida en Seraing. Quería ganar y vestirme con la camiseta amarilla», agregó emocionado el fortísimo rodador, quien goza de buena acogida dentro del pelotón mundial.
Por este triunfo, el liderato y su talento, se eleva la voz del ¡chapeau! para Martin, quien anoche celebró con champaña, tan francesa ella.