Ese hombre de tez morena y cabello rizados que a sus 52 años de edad conserva la figura atlética de cuando lo llamaban “el socio de todos”, se pasea a diario por la sede deportiva de Atlético Nacional cumpliendo funciones de asistente técnico de Reinaldo Rueda.
Con una sonrisa en casi todas las respuestas, reflejo de su calidez y amabilidad, el papá de Julián (jugó en Academia y Pasto, pero tras una lesión se retiró del fútbol y ahora estudia Administración de Empresas) y Paula, habla de su presente y pasado con la misma tranquilidad con la que eludía rivales en la cancha.
¿Cómo se siente en el ambiente verdolaga?
“Muy bien, mejor no podía estar: una institución grande, una ciudad que respira fútbol todos los días y al lado de un gran ser humano y profesional como el profesor Reinaldo Rueda. Y con estos jugadores que están acostumbrados a ganar”.
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¿Por qué decidió ser asistente luego de haber dirigido como técnico principal equipos grandes?
“Cuando me inicié fui asistente de Javier Álvarez en el Cali, con un aprendizaje bonito. Sí, es verdad, he dirigido equipos grandes y chicos, y estuve fuera del país, pero me sedujo esto porque puedo crecer más como profesional y como personas. Tenía la opción de ir al Manta o Liga de Portoviejo de Ecuador, inclusive le había pedido asesoría a Rueda que conoce ese medio. Luego me llamó a invitarme a trabajar con él en Nacional y le dije que era un privilegio. También sé que puedo aportar”.
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¿Cuál es su meta como entrenador de fútbol?
“En este momento, salir campeón con Nacional. Quiero trabajar a nivel de selección, hace cuatro años, cuando estaba Julio Comesaña, iba a ser vinculado en la Sub-15. Ese es un anhelo, volver a un Mundial pero esta vez como integrante de un cuerpo técnico. Y dirigir de nuevo un equipo grande, ser campeón y volver a la Libertadores”.
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¿Es muy difícil ese paso de jugador a técnico?
“Sí da duro, pero cuando decidí no jugar más no fue por necesidad ni por lesiones. Con 38 años, 20 de carrera, estaba estudiando y de inmediato me vinculé a las formativas del Cali. Sí le queda a uno el bicho adentro de quererse meter a jugar y al principio terminaba jugando con los muchachos en espacios reducidos, pero después uno interioriza su nuevo rol”.
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¿Extraña el asedio, las fotos y el reconocimiento de la gente?
“Yo no fui muy apegado a eso, siempre manejé el bajo perfil. No lo extraño ni me hace falta nada de eso”.
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Pero con todo y eso, su nombre no pasa inadvertido…
“Siempre traté de no depender de lo mediático, aunque si me toca atender a los periodistas lo hago, pero no lo busco. Allá, a la sala de prensa, debe ir la cabeza que es el profe Reinaldo que orienta todo lo del grupo. Le toca ese chicharrón (risas)”.
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¿Se le quedó mucho por hacer en el fútbol?
“Vivo agradecido porque jugué en equipos grandes, salí campeón acá con América y afuera con Oriente Petrolero (Bolivia). Participé en Copa Libertadores, copas América, un Mundial, eliminatorias, para qué más. Actué en el fútbol de Bulgaria, donde aprendí y crecí mucho. Fueron 20 años, sin lesiones graves, muy tranquilo y conforme con lo que Dios me dio”.
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¿Y le quedaron grandes amigos en su carrera?
“Muchos, eso es lo que más agradezco. Encontrarse uno con León Villa, Jimmy Arango, Humberto Sierra, Chonto Herrera, Leonel Álvarez, Alexis Mendoza, Arnoldo Iguarán, Carlos Valderrama, Jorge Ambuila, Gambeta Estrada y afuera con la gente que te abre las puertas. Es lindo uno poder abrazarse con alguien al que tuviste cerca hace 15 años, con las que compartimos viajes, alegrías, triunfos, tristezas”.
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¿Quién fue su mejor socio?
“Con Carlos (Valderrama) hicimos algo muy significativo en el Cali y la Selección. Pero también tuve al lado jugadores como Alexis García, Bendito Fajardo, Álex Escobar, Freddy Rincón, Carlos Rendón, entre otros. Traté de buscar compañeros de buena técnica, inteligentes, que les gustara hacer paredes, el toque. Era lo que sentía y sigo sintiendo”.
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¿Extraña mucho ese tipo de futbolistas?
“Ahora son escasos, no hay tanta abundancia como antes, cuando jugábamos con dos volantes creativos en cada equipo. Si aparece uno hay que aprovecharlo al máximo e irle buscando socios. Dios quiera que en los procesos formativos surjan más, se necesitan”.
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¿Ve en Nacional alguno parecido a usted en su juego?
“Lo de Macnelly Torres… Sebastián Pérez posee una condición técnica muy buena. Yulián Mejía es de otro corte, pero tiene otras cualidades: juega bien, toca en corto y posee un pegada extraordinaria. Alejandro Guerra también se destaca. Y vienen otros muchachos como Juan Pablo Ramírez que juegan muy bien”.
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¿Elija uno de los técnicos que tuvo y por qué?
“Francisco Maturana fue significativo para mí, para muchos jugadores y todo el país. Hemos sido un poco ingratos con lo que hizo con Colombia. Con Vladimir Popovic tuve otra era importante en el Cali. Y una persona que admiro es Nelson Gallego, me enseñó mucho”.
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¿Cuál es su mejor recuerdo como futbolista?
“Lo del Mundial de Italia-90, yo creo que pudimos ir más lejos. Ese equipo, sin tener las grande estrellas, hizo un gran papel. A veces, cuando estoy acostado, pienso que pudimos avanzar para enfrentarnos a Inglaterra”.
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¿Con quién habla ahora?
“Con Carlos (Pibe) y más continuo con Jorge Ambuila. Cada uno está en su mundo, pero cuando nos encontramos aflora todo ese sentimiento de cariño que construimos en el fútbol, deporte que fue una bendición para todos”.
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RECONOCIMIENTO DE SU ENTRENADOR