Capsulas de Carreño

Referencia a un comportamiento patán

La vergonzosa eliminación de la Selección de Colombia del Preolímpico celebrado en Venezuela. Jugadores ‘inflados’ por aquello de que eran ‘la generación de oro’ y demostraron, tanto en resultados como en el terreno de las acciones, ser “parte de la generación de cristal”. Foto toma de Tolima Online.

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Por Williams Viera desde USA.

 

En Cápsulas de este domingo 4 de febrero de 2024, en el tema “Fuera de la cancha” usted hizo referencia al comportamiento patán de los futbolistas Nelson Palacio y Óscar Perea quienes fueron reprendidos por una pasajera que los identificó por su participación desastrosa de la Selección Colombia en el Torneo Preolímpico Sudamericano Sub-23 que se realiza en Venezuela y que fue muy diferente a la presencia, por ejemplo, de los seleccionados femeninos que disputaron los Mundiales de 2011, 2015 y 2023, en el que llegó hasta cuartos de final.

Tampoco podemos olvidar que las damas fueron subcampeonas de la Copa América Femenina en 2010, 2014 y 2022. Ellas, sin tener un campeonato local organizado y con sueldos de mierda y sin el ‘bombo publicitario de los medios tradicionales’ muestran en sus registros que estuvieron en los Juegos Olímpicos de 2012, 2016 y serán, en materia balompédica, quienes den la cara en la próxima cita olímpica, en Paris-2024, del 26 de julio al 11 de agosto próximos.

¡Qué vergüenza, señores futbolistas!, ustedes llegaron a territorio venezolano ‘inflados’ por aquello de que eran ‘la generación de oro’ y demostraron, tanto en resultados como en el terreno de las acciones, ser “parte de la generación de cristal” que nos rodea y que se ha convertido, así no lo queramos expresar, en NINIS: Ni trabajan ni estudian, pero quieren facturar, así como lo alude la cantante Shakira en una de sus canciones.

 

Pero sigamos en este parangón. Los jóvenes que estuvieron en Venezuela quedaron en la historia futbolística deshonrados y humillados después de 4 partidos sin victorias, sin empates y sin goles a favor, pero sí con 8 tantos en contra luego de caer con Ecuador (3-0), con Brasil (2-0), con Venezuela (1-0) y con Bolivia (2-0). ¡Qué pena señores directivos!, Venezuela, ‘cenicienta’ del fútbol sudamericano, disputará uno de los dos tiquetes a los Olímpicos de Paris. Y ya dio la gran sorpresa.

En ronda de eliminación derrotó a Brasil, 3-1, en el estadio ‘Brigido Iriarte’, en Caracas, y mientras ellos celebran, nosotros, señor Carreño, debemos escribir o hablar de la patanería de la que son capaces nuestras ‘figuras’ sin una pizca de educación que se asemejan a ‘simples aguacates madurados’ a punta de periódicos o por el puro bla, bla, bla de los espacios televisivos o radiales, sin que desconozcamos lo que produce el lodazal de las denominadas redes sociales capaces de ‘endiosar’ a simples mortales.

No podemos dejar de mencionar, en esta ocasión, por ejemplo, lo que aconteció con algunos integrantes de la Selección Colombia de Mayores, eliminada de Catar 2022, encabezados, verbigracia, por James Rodríguez que aparecía, en sus redes sociales, con botellas de vino en la mano, pero injuriando, con palabras soeces, a quienes le criticaban su comportamiento por creerse, en su interior, más que Ronaldo o que Messi luego de lograr ser goleador en el Mundial de Brasil-2014 con seis tantos.

Uno de ellos, en octavos de final en el estadio Maracaná, ante Uruguay fue designado como el mejor de esa cita mundialista luego de que, a los 28’, Abel Aguilar recuperó la pelota con la cabeza y se la entregó a Rodríguez. Éste, de espalda a la portería, a unos metros de la media luna del área, se la acomoda con el pecho, mientras gira el cuerpo y sin dejarla caer, sacó un potente remate que hizo temblar el larguero del arco celeste sin que Fernando Muslera pudiese hacer nada por evitar el gol. Ese partido lo ganó Colombia, 2-0, con otra anotación de Rodríguez a los 50’.

Después de ese Mundial ya se sabe lo que aconteció con el volante cucuteño. Lesiones reiteradas, pataletas, lloriqueos y señalamientos hacia los técnicos, aduciendo que “no lo querían”, como todo un niñato, y hace horas volvió a demostrarlo en el Sao Paulo, equipo en el que tiene contrato hasta el 2025 y en el que el entrenador Thiago Carpini, expresó que “el colombiano no estará en el clásico paulista frente a Palmeiras porque debe seguir un estricto control de carga para evitar que caiga de nuevo en su largo historial de lesiones”.

Entonces, Rodríguez, como es cagada, subió a sus redes sociales fotos entrenando a doble jornada en el gimnasio y en el terreno de las acciones con lo que, de nuevo, como lo dijo el técnico español en el Real Madrid, Rafa Benítez: “El que está en la grada es un problema”.

Don Alfredo y cibernautas, así son nuestros deportistas. ¿Debido a nuestra idiosincrasia e identidad cultural? En el exterior, podemos decirlo, el alma colombiana se parece a la compleja morfología de su ámbito geográfico, a la variedad de sus climas, a la diversidad de géneros y ritmos musicales y por eso se comportan como lo hacen. Nada nos importa. No tenemos sentido de pertenencia a una institución o al mismo país en el que nacemos, en el que crecemos y en el que nos volvemos profesionales, muy contrario, valga decirlo, de los argentinos. En este punto y mientras leía Cápsulas de este domingo, 4 de febrero de 2024, recordé un aparte del libro del sociólogo colombiano Pedro Diaz Camacho quien dice y nos sirve de conclusión de lo escrito por usted, don Alfredo:

“En efecto, es fácil descubrir un conjunto de maneras de ser, de sentir, de actuar y de pensar que van desde los sentimientos de melancolía, de agobio y de frustración, hasta el tropicalismo fiestero con lo que se busca la riqueza fácil del banquero auto prestamista, del narcotraficante, del futbolista que se cree la última Coca Cola del desierto por ser figura en un partido y por ello desencadena la insolencia descontrolada.

Entonces, aquello lo maquillamos con el denominado “mamagallismo” habitual; en fin, desde la cortesía refinada, hasta la “chabacanería” y la vulgaridad en las palabras y en los gestos. Estos son algunos signos de las dicotomías abstrusas de la psicología colombiana y de la desarmonía temperamental de las gentes de nuestro amado país andino caribeño”.

Gracias por este espacio,

Atentamente,

WILLIAMS VIERA, desde USA.

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