Capsulas de Carreño

Rincón Juniorista: ¡Qué dolor! ¡Qué pena-l! (El Heraldo)

CURITIBA. Dolor, llanto, pena, desazón, consuelo. Todo se juntó en ese instante fatídico en que Junior perdió el título por falta de jerarquía en el cobro desde el punto penal. Foto Hansel Vásquez, El Heraldo.

*De la Redacción. Un gran titular del colega Rafael Castillo en El Heraldo de Barranquilla. Acá reproducimos su comentario escrito el miércoles 12 de diciembre, la misma noche en que Junior pudo abrazar la gloria Sudamericana. Pero todo falló en los cobros desde el punto penal, como una sombra que ha perseguido al Junior en esta temporada.

 Por Rafael Castillo Vizcaíno
@Rajocavi
El Heraldo

Junior, por la calidad, lucha y buen juego de sus guerreros en la serie final, merecía el título de la Copa Sudamericana, pero su falta de puntería a la hora de ejecutar penaltis sentenció la suerte en favor del Atlético Paranaense.

Puede sonar a consuelo de tontos o a conformismo, pero, como dice su tradicional canción (el Cumbión), «Barranquilla (el Caribe y Colombia) tiene que estar orgullosa, de su Junior bravo, que toca y la toca, que juega bonito…» y al que solo le falta mejorar su puntería en los penales… Es la realidad. Este equipo hace casi todo perfecto, menos esos benditos penales. ¡Qué dolor! ¡Qué pena-l!

Los rojiblancos fueron superiores al Atlético Paranaense en los dos partidos de la final de la Copa Sudamericana, pero el equipo brasileño terminó levantando el trofeo por la falta de tino de los Tiburones a la hora de los cobros desde los doce pasos. En el alargue y en la resolución por esa vía.

Jarlan Barrera, en el minuto 20 del alargue, tuvo la oportunidad para sellar el triunfo y evitar la definición con tiros desde el punto blanco, pero, al igual que pasó con Rafael Pérez en la agonía del partido de ida en Barranquilla, que concluyó 1-1, desperdició el cobro. Su tiro salió por encima de la portería, demasiado desviado.

Ese penalti era la oportunidad de sentenciar un juego en el que Junior había dominado completamente con calidad y garra. Solo había faltado precisión a la hora de definir las diversas opciones de gol que se presentaron. El partido estaba 1-1 después de que Pablo abriera el marcador para los rojinegros y luego de que Teófilo Gutiérrez igualara para los visitantes. Así concluyó tras los 90 minutos y así se mantuvo en los 30 minutos de alargue.

El cobro desde el punto blanco, sancionado por el árbitro chileno Roberto Tobar en una falta clara de Santos sobre Yony González, era la posibilidad inigualable de acercarse al trofeo de campeón, pero se extendió el infortunio y la racha sin la frialdad y capacidad para aprovechar esas ejecuciones en un momento cumbre.

Atlético Paranaense salió a tratar de meter a Junior contra su portería. Con el incansable aliento de su hinchada, que nunca deja de gritar y corear, los rojinegros se estrellaron contra unos rojiblancos concentrados y firmes, que no daban ventajas.

Más allá del bullicio del público local ante cualquier acercamiento, con o sin peligro, la realidad es que los Tiburones, imprecisos para apoderarse del balón, no fallaban a la hora de marcar en su área.

Había más ‘Furacao’ (Huracán) en la tribuna que en la cancha. Junior supo contrarrestar las ganas y afán de los anfitriones por querer sacar partido de la cancha sintética mojada. De hecho, los dirigidos por Julio Comesaña se acomodaron rápidamente y a los 13 minutos ya Jarlan Barrera había intentado patear al arco de Santos.

Viera solo tuvo que exigirse a fondo ante un fortísimo remate de uno de los jugadores más desequilibrantes del Atlético, Renan Lodi. Tipico lateral brasileño, con salida, velocidad y gambeta, Lodi trató de penetrar por la izquierda. Era constante punto de apoyo.

Cuando Junior se veía bien en la cancha, sin correr demasiados riesgos y la presión de la torcida aflojaba un poco (solo un poco), llegó el gol de Pablo. Nace en lo que parecía un inmejorable contragolpe de Junior, pero el pase profundo que ejecutó Jarlan se chocó con las piernas de un defensor, el rebote quedó en poder de un atacante rojinegro, quien habilitó a Pablo, que entró solitario por el centro y definió certero ante Viera, que se esforzó y logró tocar la pelota, pero sin poder desviarla.

El gol hizo erupcionar de nuevo ese volcán de pasión que es la fanaticada del ‘Furacao’, pero Junior no se amilanó y comenzó a juntarse y a darse cuenta que podía llegar con peligro. Se alcanzaron a armar varias acciones ofensivas sin final feliz, pero ‘el Tiburón’ mostró que tenía dientes para morder en Curitiba.

Y se ratificó en todo el segundo tiempo. Junior contó con innumerables situaciones de gol, pero careció de exactitud en la puntada final. Una y otra vez visitó la portería de Santos sin que pudiera convertir el segundo. Lo merecía, pero no aprovechó las posibilidades. Lo tuvo en los pies de Jarlan en el tiempo extra y ya en la definición por tiros desde los doce pasos, pero de nuevo la ilusión de ganar un torneo internacional se desvaneció. ¡Qué dolor! ¡Qué pena-l!
(Fuente: El Heraldo)

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