Capsulas de Carreño

Saber motivar (Javier Castell López, El Heraldo)

Javier CastellPor Javier Castell López,
Columnista El Heraldo

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*El técnico de un equipo de fútbol  debe tener la capacidad de interpelar a sus jugadores tanto emocional como intelectualmente.
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No entiendo cómo a veces algunos opositores de determinados entrenadores que han obtenido resultados, pero a pesar de ello quieren reforzar la crítica con relación a la supuesta falta de capacidad de trabajo táctico, les reconocen como fortaleza, para la obtención de esos triunfos, apenas su condición de motivador.

En tono despectivo expresan: “sí, sí, ‘fulano de tal’ ha conseguido algunos éxitos porque es un motivador, se lleva bien con los jugadores”. Seguramente no saben que si hay alguna cualidad infaltable en un conductor de grupo es la capacidad para movilizar las emociones del jugador. Sí, movilizar, que es lo que significa motivar. Motivar no es un concepto estático, es dinámico. Es mover a alguien a que vaya en busca de un objetivo. Es gestionarle las ganas de realizar sus tareas. No es solo entrenarle el conocimiento, sino los sentimientos. Es decir, un técnico debe ser capaz de diseñar estrategias que provoquen el crecimiento de la capacidad del futbolista, pero también que eleven su voluntad. Acercarle recursos para que lo pueda hacer, pero sobre todo mensajes y actitudes para que lo quiera hacer.

No es cualquiera el que puede tener ese ‘poder’. No todos son capaces de disfrazar una orden de sugerencia. No cualquiera puede convencer antes que obligar. Un gran líder seduce al grupo porque les dialogiza su visión apasionadamente y los persuade a que lo sigan, porque también ellos obtendrán beneficios.

Un guía que sabe motivar, empatiza con sus dirigidos y crea con ellos una química perdurable. Y para motivar hay un sinnúmero de formas; que no quiere decir que todas son útiles para todas las circunstancias. Un gesto cariñoso acompañado de palabras alentadoras puede extraer toda la energía de un futbolista que está momentáneamente jugando mal. Pero quizá en otro momento lo que más aguijoneará su orgullo competitivo sea una reprimenda acompañada con elevada voz y destempladas palabras.

La sabiduría del técnico está en saber cuándo y a quién le envía uno u otro recado. Guardiola les hizo ver un video a sus jugadores que mezclaba imágenes de la película Gladiador, con las mejores acciones de ellos, minutos previos a la final de la primera Champions que ganó con el Barcelona. Durante un partido y bajo un fuerte aguacero Mourinho, en su paso por el Inter de Milán, se mantuvo en la raya porque, según sus propias palabras, quería predicar con el ejemplo: “soy su superior, pero también soy uno de ustedes”.

El líder, y el técnico de un equipo de fútbol lo es, debe tener la capacidad de interpelar a sus jugadores tanto emocional como intelectualmente. Debe comunicar su pasión y poseer la capacidad para inspirarla en sus futbolistas. Debe saber de fútbol, pero además, debe saber motivar.

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