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Salvaguardas del fútbol
- Updated: 1 junio, 2015
Por Javier Castell López
*Sigo creyendo en las maravillosas posibilidades formativas que el fútbol puede ofrecer.
La Fifa promueve con sumo interés, desde hace varios años, el Fair Play. Para ello redactó una suerte de decálogo: 1. Juega para ganar; 2. Juega limpio; 3. Respeta el reglamento del juego; 4. Respeta a los rivales, a los compañeros, a los árbitros y a los espectadores; 5. Acepta la derrota con dignidad; 6. Promueve los intereses del fútbol; 7. Rechaza la corrupción, las drogas, el racismo, la violencia y otros peligros para nuestro deporte; 8. Ayuda a otros a resistir presiones que intenten corromperlos; 9. Denuncia a los que intenten desacreditar a nuestro deporte; 10. Honra a los que defienden la buena reputación del fútbol.
Está claro que los hechos conocidos esta semana, con relación a la sindicación y captura de varios dirigentes del fútbol mundial por parte de los entes de justicia de los Estados Unidos, develan la violación premeditada de algunos de estos mandamientos.
Traidores que, seducidos por el poder del dinero, decidieron lucrarse del privilegio que les otorgó el fútbol. Traidores que hirieron la pasión de millones de fanáticos en el mundo y se aprovecharon de la relevancia alcanzada por este maravilloso deporte en ámbitos como el social, cultural y económico, sobre todo éste, para lograr, delictuosamente, incrementar sus arcas personales. Que pésimo ejemplo, que desaliñada ha quedado la imagen de la máxima rectora del fútbol. La arrogancia y el exceso de poder del que alardeaban no era sino una manera de blindarse para impedir que se inmiscuyeran en sus turbios negociados.
Afortunadamente dentro de la cancha, aún existen verdaderos salvaguardas de la nobleza y la estética de este juego. Y para orgullo nuestro, dos representantes del linaje goleador atlanticense fueron la mejor muestra de ello. Carlos Bacca y Teófilo Gutiérrez.
Sobre todo su serenidad para enfrentar el momento cumbre del fútbol, el instante más desestabilizador del sistema nervioso, el que determina, de última, si se gana o se pierde; el segundo en el que el delantero se ve de cara con el portero, con el arco rival, con la posibilidad de anotar. En las victorias de Sevilla y de River, sus respectivos equipos. Bacca convirtió dos y Teo uno.
Ellos sí respetan el juego limpio, quieren ganar pero desde su talento, no usan artimañas para tratar de doblegar a sus rivales. Sigo convencido de que el lodo no está en el fútbol, sino que proviene de perversos infiltrados, esta vez disfrazados de dirigentes.
Sigo creyendo en las maravillosas posibilidades formativas que el fútbol puede ofrecer. Bacca y Teo caben en esas convicciones