Capsulas de Carreño

Sampaoli contra sí mismo (José Miguélez, La Tercera)

Jose MiguelezPor José Miguélez,
La Tercera


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El primer plan se veía nítido: frenar a Messi y ganar. Éste cuesta más entenderlo, adivinar a qué juega y para qué.
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Con la mano derecha decía que “los medios no se encarguen de entristecernos tan rápido; le pido a la gente que festeje y no se deje sujetar“, mientras con la izquierda acudía a su periodista favorito, el español Juan Castro, de Marca, para subirse una vez más al escaparate europeo y promover el susto de esa misma gente dibujando una calculada interrogante sobre su continuidad en La Roja. Otra vez el Sampaoli irritante y contradictorio, también la noche después de ganarse la admiración de todo el planeta con una exhibición táctica inolvidable ante la todopoderosa Argentina de Messi.

El seleccionador desprecia el paseo triunfal por las calles de Santiago y la visita protocolaria a La Moneda como liturgia emocional de su propia obra en aras de un supuesto arrebato de humildad, cuando su desplante señala más a un pecado de soberbia: lo que provoca su ausencia es precisamente ruido, llamar la atención. Sampaoli, una paradoja andante. Su personaje conspirando contra el profesional genial que ideó el plan impecable de sujetar a Messi, lograr que nunca se pusiera de frente a la pelota.

El mismo estratega que ganó la Copa América a partir de un fabuloso diseño futbolístico es el que decide jugar otro enigmático partido mediático con altavoz foráneo. Porque detrás de estas palabras para las que usó su boca (“tengo contrato con Chile pero hay qué evaluar y ver qué pasa) y las de su periodista de cámara (“el entrenador tiene muy decidido acabar aquí su etapa en la selección chilena”, escribió), hay laboratorio. El primer plan se veía nítido: frenar a Messi y ganar. Éste cuesta más entenderlo, adivinar a qué juega y para qué.

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