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Ser DT hoy, muchos roles en una sola función (Christian Leblebidjian)
- Actualizado: 26 octubre, 2015
Por Christian Leblebidjian
canchallena.com
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* Y, más allá de que pueda delegar funciones, el máximo responsable en todas las áreas sigue siendo el DT.
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La principal función de un director técnico fue, es y será pensar soluciones antes que surjan los problemas. Porque adversidades habrán siempre, como las equivocaciones en las decisiones, pero (al mismo tiempo) proyectar posibles contratiempos ayuda a tener a mano las herramientas para neutralizarlos. La diferencia en la estructura es generacional. Porque mientras antes había un mayor respeto hacia las jerarquías, hoy eso el DT se lo debe ganar todos los días con conocimiento, trabajo y el trato con el jugador.
A partir de eso se abre un abanico muy amplio para sus funciones. Y como le dijo Julio Velasco a Pep Guardiola, «no todos los jugadores deben ser tratados de la misma manera», cada tecla necesita de una ejecución distinta. Y no todos los jugadores responden igual ante cada estímulo. Entran a jugar las personalidades y el DT debe percibir cómo se va formando su grupo, cómo debe actuar con cada uno.
Otro axioma que no se modificó con el tiempo es que mientras el futbolista piensa por él, el entrenador debe hacerlo por treinta. Los que se potenciaron fueron los grupos de trabajo. Antes, los colaboradores eran el ayudante de campo, el preparador físico y un entrenador de arqueros. Hoy todo se profesionalizó más, no sólo en función de la cantidad de integrantes, sino desde las responsabilidades. Si es un club grande, muchos ya tienen dos ayudantes de campo (o hasta tres), cinco colaboradores adicionales para los partidos, dos preparadores físicos, un analista del rival (el viejo espía) desde los detalles netamente tácticos y estratégicos y otro que vuelque esa información (20 páginas de word) en un DVD o pendrive, en imágenes que no duren más de diez minutos ante los ojos de los futbolistas.
Como hoy cuesta más conseguir la atención de ellos, la información le debe llegar de la forma más directa y breve posible. Eso no sólo se trabaja desde lo grupal, sino desde lo individual también: hablando con un delantero (si se tratara, por ejemplo, de potenciar su definición) sino además dándole un informe detallado de sus resoluciones en los mano a mano en los últimos cinco partidos. Y que vea qué se estuvo trabajando en la práctica y la diferencia con lo que venía haciendo. A menor atención del futbolista se trata de llegar con más herramientas para corregirle un defecto. Está el viejo pizarrón y el discurso, pero se le agregan las imágenes, las estadísticas y el entrenamiento individual específico, puesto por puesto, o en función del déficit.
Antes un técnico daba una orden y se cumplía. Hoy debe ganarse el respeto convenciendo al plantel que su mensaje trae resultados o es confiable en función de lo que proyecta y termina sucediendo el domingo. Hoy un entrenador debe ser además un poco de cada cosa: psicólogo para manejar egos, político a la hora de declarar (cualquier frase puede ser utilizada en su contra); gerente desde los recursos económicos disponibles para -a partir de allí- focalizar los refuerzos; secretario para armarse una agenda y atender a representantes, dirigentes y periodistas, y estar pendiente hasta de cómo está el pasto porque eso influye en el juego que pretende para el equipo.
Hace poco Marcelo Gallardo se quejó del estado del propio Monumental. Eso no es nuevo, pero también juega su partido: Crucero del Norte quiere la grama bahiana alta en Misiones; Boca y River lo prefieren corto y regado, para que la pelota circule rápido. Detalles. Pero no son uno, son miles. Y, más allá de que pueda delegar funciones, el máximo responsable en todas las áreas sigue siendo el DT..