Capsulas de Carreño

Sí, nada que reprochar. Por Hugo Illera, Diario Deportes


Por Hugo Illera, Diario Deportes

* Es la vida que pasa con las historias que escribimos casi que sin darnos cuenta. Vamos, que no se note el dolor…

Ahora he puesto Las Cuatros Fiestas de Nury Borrás y Adolfo Echeverría. El clarinete vuelve y retumba como cada año. Cómo quisiera saber quién lo tacaba en El Cuarteto del Mónaco, el mismo que actuaba en vivo en Los Almendros frente al Romelio Martínez. Cuando niño me escapa de casa para irlos a ver tocar. El vecino ha subido el volumen a la versión de Diomedes Díaz. De momento, Junior ha dejado en manos del América su reinado en el fútbol profesional colombiano. El 2×0 del Pascual Guerrero, con mil situaciones para comentar, ya es historia. Una historia que se seguirá escribiendo mientras la vida pasa. Las velitas, la navidad, el año nuevo, el carnaval y vendrá el Junior 2020 y seguiremos siendo grandes y seguiremos jugando los torneos vs. el resto del país.

Pudiéramos recordar que no fue un arbitraje adecuado el de Wilmar Roldán, que el primer gol del América fue un autogol de esos que pasan pocas veces al pegarle el balón en la espalda al capitán Viera luego del cabezazo de Rangel en el larguero, la mano evidente de Carrascal que no pitó Roldán y que tampoco fue observado por el VAR, la dupla Moreno-Piedrahita sobre la derecha que hicieron agua toda la tarde con el fútbol de Vergara, que Teófilo no se integró nunca porque, esta vez, sus compañeros no pudieron llegar a él y, cuando lo hicieron, en la única oportunidad real en ataque del Junior, el pase de Moreno quedó en el cuerpo del arquero Volpi impulsado por el zapato derecho de Teófilo, que Roldán y el VAR anularon un gol de Rafael Pérez que pifió el arquero Volpi porque, al participar en la jugada, venía de una posición adelantada de 0,0000000001 milímetros, es posible que si se hubiera cortado las uñas de los pies, antes del juego, el fuera de lugar no hubiera existido (dijo Carlos Antonio Vélez en WIN).

Son cosas que pasan en sólo 90 minutos que, en una final pareciera que fueran 90 horas. Esta vez, no fue como todos esperábamos. No ganar en casa, no anotar un gol en 180 minutos y todo lo ya referido han cortado, de momento, una racha maravillosa de nuestro Junior del Alma.

En sólo un año una final de Copa Suramericana, una Superliga, dos estrellas y otra final como la de esta noche previa a la madrugada de las velitas.

La verdad, nada para reprochar. Le he escrito a Comesaña “gracias por tanto” y es real. Que pudimos hacer esto o lo otro, que patatín, que patatán, esta vez no va.

El fútbol, como la vida, está lleno de estaciones de alegría y tristeza, de llanto y dolor, de intentar y lograrlo, de logros y frustraciones. La vida es un carrusel que nos permite caer y levantarnos, intentar y superar. La vida es una mezcla de Junior y de Las Cuatro Fiestas, ese bendito disco que, año tras año, nos revuelve la vida de recuerdos, de tiempos idos, de los que no están y ya no volverán o de los que no están y esperamos año tras año para decirnos que, a pesar de la ausencia, la vida sigue.

Paro aquí, la familia me espera, voy a recorrer la ciudad a observar las velitas eternas llenas de colores, voy a escuchar Las Cuatro Fiestas, voy a brindar por todas las cosas que nos hacen felices. La familia, la Barranquilla del alma, los amigos, las velitas, el 24, el 31, el carnaval.

Barranquilla no dormirá esta noche. Yo tampoco. Es la vida que pasa con las historias que escribimos casi que sin darnos cuenta. Vamos, que no se note el dolor…

© HI

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