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Si Señores, «la mechita» está de fiesta. Por Esteban Jaramillo Osorio.
- Actualizado: 8 diciembre, 2019

La fiesta estuvo allá arriba en la tribuna. Abajo más de una patada descalificadora. América superioridad manifiesta frente a un alicaído Junior. Foto tomada del diario El País.
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Por Esteban Jaramillo Osorio.
Columnista.
*Que las finales no se juegan sino que se pelean y se discuten, dicen los expertos en frases de cajón, con estereotipos.
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No señores: Las finales se disfrutan.
Celebra América, después de tanto infortunio, por su campaña, por sus futbolistas que jugaron siempre con una consigna única, común y solidaria, la del título, con el corazón en la mano en cada partido.
Festeja por Rangel, convertido en artillero puntual, a veces acrobático, con su frente dominante y sus disparos contundentes, luego de tantos fracasos en su largo camino de futbolista incierto, descartado por otros clubes, Junior incluido.
Cuando replanteó su carrera y cayó en manos de Guimaraes, el técnico que lo rodeó con cariño y con fútbol, fue otro. Guimaraes, el mismo que con seriedad competitiva, trajo, desde lejanas tierras la confianza que el club había perdido.
A su lado se movieron Volpi, Vergara, Sierra y Carrascal, entre otros, lujoso aporte, así hayan sucumbido a la tentación de defender a sangre y fuego el título que estaba en el bolsillo, cuando Junior convirtió la cancha en un cuadrilátero.
La final, fea. Muy fea. Fútbol táctico y físico. Se jugó a empujones, patadas descalificadoras, interrupciones, puñetazos, insultos y, en general, antifútbol. Los goles fueron solitarios destellos, especialmente el de Sierra, que aclaró el camino.
!Que vergüenza!
Pero la fiesta estaba arriba, en la tribuna, donde fecha tras fecha rondaba el aguante inagotable de los hinchas americanos.
Junior impotente, extrajo las mañas del mal perdedor y se descontroló tanto como su entrenador, algo tan frecuente en él.
Pobre Teo, combatió solo, como guía del campeón destronado, del que pocos rastros había. En él, exceso de kilos y sacrificio.
Del VAR, mucho, o nada. Por fin Roldán acató sin actitudes pedantes, los llamados de la cabina de video.
Un gol anulado a Junior por posición adelantada, en correcta decisión. Y una mano de Carrascal que era penalti, con perjuicio para el perdedor.
La fiesta es roja. Es de América.
[EJO]
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