Capsulas de Carreño

Tango y fútbol…

Ilustración tomada de Pinterest

Por Ing. Eduardo Rubén Bernal
De la Academia Nacional del Tango
De la Academia Porteña del Lunfardo

*Son, el tango y el fútbol, dos de las pasiones populares más arraigadas en la vida del pueblo argentino y seguramente del rioplatense. Con protagonismo diverso en distintas épocas de la historia, fueron dos actividades que recorrieron, estrechamente unidas, el devenir de ese pueblo.

Justamente las dos aparecen en momentos más o menos cercanos en el tiempo – últimas tres décadas del siglo XIX-  pero distantes en la escala social de los grupos que las generan. Mientras el tango nace como una danza, creación autentica del compadrito en el suburbio porteño, que trata de irse procurando una música que interprete ese modo nuevo de bailar, el fútbol surge como un producto de importación llegado junto a la creciente inmigración británica que, a través de la inversión de grandes capitales, consiguen la radicación de industrias y servicios, frigoríficos y ferrocarriles por ejemplo, lo que fomentó en las zonas cercanas al puerto y a las estaciones ferroviarias, el desarrollo de ese juego desconocido para los criollos, que sólo veían en quienes lo practicaban –aquellos ingleses locos, como aparecen denominados en las crónica de esos tiempos- a un grupo de gringos que corrían detrás de una pelota para darle un puntapié en cuanto la alcanzaban.

Estos orígenes diferentes del tango y el fútbol, claramente popular el primero, nacido y radicado en los arrabales de Buenos Aires, mientras el segundo, patrimonio de uno de los sectores más acomodados de la sociedad de esos tiempos, justamente el vinculado a la colectividad británica, hace que, al principio, ambas actividades, que estaban llamadas a ser autenticas pasiones populares, se desarrollaran por carriles alejados.

Los primeros tiempos del tango se caracterizaron por un desprecio profundo de las altas clases de la sociedad porteña, y también, de alguna manera, por una casi inexistente aceptación en las clases más bajas, integradas, cada vez en mayor número, por familias de inmigrantes, que veían en él, un elemento peligroso o por lo menos pernicioso, no por la música ni por el baile, esto último con algunos reparos, sino por los protagonistas y el medio en que la nueva danza se desarrollaba.

Es así que el tango se ve relegado a los ambientes de diversión frecuentados, los más sencillos y humildes, exclusivamente por el compadrito y el joven inmigrante angustiado por la soledad y la nostalgia, y aquellos de mayor nivel y calidad, por las barras de “calaveras” y niños bien de la época, que se divertían en secreto con el tango y su mundo, aunque lo consideraran despreciable y lo negaran en el medio al que pertenecían.

Es recién para los últimos años de la segunda década del siglo pasado, que el tango comienza a instalarse, lentamente, en las clases populares suburbanas, que termina haciéndolo suyo definitivamente, mientras la alta sociedad porteña le abre entusiasmada sus puertas, alrededor del año veinte, cuando el tango vuelve triunfante de Europa, especialmente de París.

La evolución social del fútbol sigue un proceso distinto, casi inverso. En los primeros años su práctica esta limitada a instituciones sociales y escuelas de origen exclusivamente británicas. Así surgen los primeros equipos de fútbol vinculados a esas instituciones, de los cuales, el casi mítico Alumni, simboliza a toda esa época, la de los inicios del deporte en la Argentina.

Durante los primeros años del siglo que acaba de abandonarnos, los certámenes organizados por la recién fundada “Argentine Association Football League”, antecesora de la actual “Asociación del Fútbol Argentino” (AFA), se integraban únicamente con equipos de origen británico. Luego, era de esperar que los aficionados que constituían el público asistente a los encuentros, fueran de origen inglés o, en todo caso, de clases sociales elevadas.

Paralelamente a este desarrollo de la actividad, el criollo comenzó a interesarse por la práctica del fútbol, y a integrase, no sin dificultades a los conjuntos que ya existían y a formar otros. Estamos en la primera década del siglo pasado y comienzan a aparecer los clubes nacionales de verdadero origen popular que marcan el comienzo de la argentinización de la práctica del fútbol.

Con la aparición de estas nuevas instituciones, las masas populares ganan las tribunas y el público, que hasta ese momento las había ocupado y que hacía de esa actividad casi un hecho social, comienza a retirase de los campos de juego, a la vez que los equipos de tradición sajona, despaciosamente se van retirando de la práctica federada, Alumni, por ejemplo, juega hasta 1911 en que abandona la actividad, luego de una campaña deslumbrante que duró once años.

Durante la segunda década, los nuevos clubes comienzan a afianzarse a la vez que los anteriores, los fundadores de la actividad organizada, todos pertenecientes a instituciones de origen inglés, empiezan rápidamente su declinación hasta que ya, en los años veinte, prácticamente desaparecidos estos, los campeonatos desarrollados esos años, son conquistados por los nuevos clubes, instituciones todas de raíz nacional y con gran arraigo en las masas populares que desde entonces, se hacen dueñas para siempre, de ese juego, show o espectáculo de incomparable belleza.

A esta altura de la historia, el tango y el fútbol, que habían nacido socialmente distanciados, ya eran parte del pueblo, habían sido ganados por él y desde ese momento, como dos pasiones inexplicables, crecieron entrelazadas, junto al hombre de Buenos Aires.

En las próximas ediciones desarrollaremos algunos temas en los que trataremos de demostrar la cercanía que siempre han tenido estas dos manifestaciones de la cultura popular. Ya sé, algunos dirán que, a la luz del fútbol actual, lleno de violencias y de conductas que, en muchos casos, llegan a lo delictivo, de que cultura se puede seriamente hablar, refiriéndose a la práctica del fútbol profesional.

Es cierto que la violencia está presente todos los domingos, metafóricamente hablando, porque se juega en cualquiera de los días de la semana. Pero no es el fútbol el responsable de esos hechos desgraciados. El fútbol es solamente un hermoso juego, probablemente el más hermoso y emocionante de los juegos colectivos que nada tiene que ver con la violencia desatada. Por eso entiendo, que es una verdadera manifestación de la cultura popular. Si ésta, la cultura popular y sus distintas manifestaciones, están amenazadas, habrá que buscar a los culpables, pero nunca terminar con ellas.

Chau…hasta la próxima.

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