Capsulas de Carreño

Tras de ladrón, bufón. (opinión s.m.))

Foto @RXNoficial.


Por Santy Martínez.

Columnista Cápsulas.

El Deportivo Independiente Medellín, el América de Cali y el Junior de Barranquilla tienen escasos atuendos para la gran fiesta de la Copa Libertadores de América. Todo porque el fútbol colombiano hace rato que repite los mismos errores y, lo que es peor, muy pocos planean el futuro.

 

Si bien nuestro fútbol tiene buenos jugadores, que bien se podrían comparar con los mejores que actúan a nivel suramericano, no somos fuertes en los duelos. Y eso se evidencia mucho más en la competición internacional. En el Medellín, los laterales casi siempre pierden los duelos, al igual que en el Junior y en el América. Los viejos de antes decían que cuando no encontraban las cosas, es porque estas se iban para la luna. Me parece que es lo que pasa con el jugador colombiano: cuando no encuentra respuesta, luce ido. Por eso es carente de concentración y les cuesta un mundo tener intensidad.

 

Razones hay muchas para que nuestro fútbol ande mal. Los equipos venden jugadores sin tener el recambio y en pleno campeonato. Para salir de un técnico basta una llamada del dueño del equipo al presidente del Club para que lo liquide. Hace poco el técnico del Atlético Nacional se quejaba del tiempo efectivo de juego. He ahí otro de los factores que han posibilitado la precaria evolución de nuestro balompié. A propósito, jugando poco tiempo se le roba al hincha que paga la boleta por un partido completo y solo se juegan 48 minutos efectivos en promedio. Y los árbitros deberían actuar, por directriz de la Dimayor, para agilizar el juego. Además, en la reposición, jugador que haga tiempo debería ser expulsado. El árbitro, por sí mismo, debe tomar la determinación de no parar tanto el juego. A veces lo hace por capricho y muchas veces porque permite la simulación. Y, por supuesto, los entrenadores deben ayudar para que no se pierda tanto tiempo por parte de sus dirigidos. Ante esto, la División Mayor del fútbol colombiano debería pronunciarse.

 

La Federación, por su parte, debe consolidar una iniciativa de vieja data, que es la de formar entrenadores. Nuestros problemas son añejos, como lo he repetido. Y pareciera que la familia del fútbol no se diera cuenta. Estamos siendo devorados por la economía y en ese acontecer nos convertimos en abastecedores de lo mejor de nuestra materia prima para el fútbol internacional y dejamos lo menos bueno para el consumo interno. Los dueños de los equipos parecieran no entender lo que es un verdadero club y los manejos parecen de tipo informal. Por eso no hay tino para mercadear. Todo el mundo depende de lo que dé la televisión y de las escasas taquillas. ¿Por qué no cambiar el diseño del fútbol colombiano? ¿Están equivocados los franceses, ingleses, alemanes, portugueses y españoles? ¿Los acertados somos nosotros?

 

A todos estos males y otros le anexamos situaciones que suelen acontecer en los partidos y en las ruedas de prensa. En el partido que el DIM perdió 1-2 frente a Libertad del Paraguay, el omnipresente Andrés Cadavid quiso hacer en forma desordenada de puntero izquierdo, tiró un centro y fue interceptado por un rival. Y, claro, inteligentemente le atacaron la espalda, el terreno libre fue aprovechado. Yulián Gómez, quien fue timorato al salir, hizo un recorrido de auxilio y llegó a la posición de Cadavid, justo allí por delante de él se ubicó Óscar Cardozo, quien con sus 1.93 m. de estatura, recibió el balón, lo protegió, se volteó y, burlando la marca de Gómez (1.70 m), sacó un remate rasante al palo derecho, venciendo a Mosquera Marmolejo. Cadavid, quien regresó caminando comenzó a insultar a su compañero, decían los abuelos: “Tras de ladrón, bufón”.

 

Y, para consolidar el aforismo, después de la rueda de prensa, el comunicador de la UPB Juan Pablo Jaramillo, quien trabaja para “Buenos Días Deporte”, preguntó al director técnico del DIM, Aldo Bobadilla, que si Juan Fernando Caicedo le rendía más jugando de ‘9’ o un poco más retrasado para potenciar a otro delantero; a lo cual el técnico respondió, irrespetuosamente, “el delantero tiene que jugar donde yo lo pongo, el problema es que tuvo ocasiones, pero no convirtió, ¿qué quieres que haga? ¿lo debo poner de arquero para que él mejore? Tonta tu pregunta, tonta”.

[Por Santy Martínez]

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