Capsulas de Carreño

Una rueda de prensa en torno al Diario Occidente

Álvaro H. Caicedo, fundador de Occidente hace 60 años. El periódico, en este tiempo, se le conoce como Diario Occidente y circula de manera gratuita.

POR WILLIAMS VIERA desde USA.
Fotos: Julio Romero y Carlos Chavarro.

 

El Diario Occidente es un periódico que podría ser como cualquier otro en el mundo, pero no lo es. Su personal, en todas las áreas, desde el día que vio la luz, se siente orgulloso de pertenecer mientras que sus periodistas ejercen el bello apostolado así sean víctimas de la incomprensión por más que se encuentren en el filo de la navaja del vilipendio y el ultraje.

El 19 de noviembre de 1961, en Cali, nació Occidente, uno de los diarios más tradicionales del Valle del Cauca. Álvaro H. Caicedo y Luis E. Palacios fundaron un periódico que fuera abierto a los pensamientos políticos, a la democracia y al desarrollo económico de Colombia.

Y desde entonces han transcurrido 60 años en los que se dieron a conocer diversas historias debido a que sus periodistas han sido testigos de los hechos dejando entre los millones de seres que leen, miran y escuchan, el diario acontecer a través de la información que se publica con la valentía y la capacidad de quienes practican este sacerdocio que es “el oficio más bello del mundo” como lo calificó Albert Camus, novelista, filósofo y periodista francés algunos meses antes de que Occidente fuese anunciado por los vendedores que voceaban los productos impresos.

En aquel domingo, los 543.243 habitantes de la capital vallecaucana, fueron sorprendidos en su cotidianidad cuando escucharon el grito de los muchachos que vendían los diarios en las calles: “Occidente, el nuevo periódico de Cali, a 30 centavos”.

La primera edición fue un éxito. La misma, según contó Álvaro Ángulo Posso, conocido como ‘El Mompa Albán’, tuvo tres meses de pruebas en las que se armaba el periódico, pero después se desbarataba porque no gustaba la primera página o alguna de las interiores debido a su diseño.

El Relator’ funcionó, durante toda su vida, hasta que desapareció, en el mismo edificio en que nació Occidente en 1961. Es decir, en la calle 12 en pleno corazón de la ciudad de Cali.

“El primer tiraje fue de 50.000 ejemplares. Queríamos tomar la bandera que había dejado ‘El Relator’ que estuvo en el mismo edificio que nosotros. ‘El Relator’ circuló entre 1916 y 1960. La comunidad vallecaucana degustaba sus páginas debido a la forma de publicar las noticias. Creo que nosotros lo logramos debido a las innovaciones que hicimos. Por eso, llegamos a la preferencia de los lectores”, dijo el creador de la columna ‘Concepto’ que siempre firmó con el seudónimo de ‘Albán’, en la que escribía sobre el América, pero le daba ‘palo’ al Cali.

Y antes de que nos olvidemos, en esos escritos no podía faltar la mención de ‘La 14’, junto a un lema que perdura, así hoy se encuentre en proceso de liquidación pero que salvará el mayor accionista de América, don Tulio Gómez: “El mejor surtido a los mejores precios”. Él fue el primer periodista deportivo en dar a conocer su preferencia como hincha y luego lo hizo el cubano José Pardo Llada, quien profesaba un amor casi enfermizo por el Deportivo Cali.

El diario de la 12, como risueñamente le decía Pardo Llada, estaba ubicado a unos pasos de la Plaza de Caicedo, corazón urbano de Cali. En la misma edificación operaba la rotativa, las áreas de circulación, de publicidad, de mercadeo, de diagramación, de corrección y de redacción.

El cubano José Pardo Llada sacudió a Cali de los aires de aldea soñolienta. A través de las páginas de Occidente creó y promovió ‘El Movimiento Cívico’ con lo que obtuvo un éxito en las urnas.

Pardo Llada ‘peleaba’, por llamarlo así, con ‘Albán’ luego de los clásicos de ‘diablos’ y azucareros. Esas ‘batallas deportivas’ las realizaban en las páginas del periódico. Uno desde ‘Concepto’ y el otro en su columna diaria al igual que en la separata ‘Jueves de Mirador’ que era muy esperada gracias a las modelos caleñas despampanantes que salían junto a las reinas de belleza con sus acostumbrados vestidos de baño, pero todo lo anterior iba acompañado de los chismes políticos que Pardo mezclaba con algo de farándula.

Los dos periodistas, en su estilo, convocaban a los habitantes caleños a través de Occidente que sacudía en la ciudad los aires de aldea soñolienta.

ASI ES EL ALMA

En medio de esta celebración de 60 años de existencia de Occidente, pero que en los últimos tiempos se le conoce como Diario Occidente bajo la dirección de la comunicadora Rosa María Agudelo, los recuerdos vuelan como mariposas y se estacionan en la sede de la calle 12 con carrera quinta, en donde fue el hogar de mucha gente por muchos años.

El Relator’ funcionó, durante toda su vida, hasta que Raúl Echavarría Barrientos, periodista antioqueño, fue subdirector de Occidente durante muchos años y dirigió con acierto un periódico en el momento que se iniciaba la época ‘caliente’ en contra de los comunicadores.

Entre ellos recordamos al subdirector Raúl Echavarría Barrientos, quien nació en Fredonia, Antioquia, pero el 17 de septiembre de 1986 fue asesinado en el antejardín de su casa, ubicada en el barrio San Fernando, por dos hombres en moto que lo abordaron. Uno de ellos le dio tres tiros. El de la cabeza fue mortal. Su hijo, el médico Héctor Raúl Echavarría Abad, quien estaba de turno en el Hospital Universitario del Valle adonde fue conducido, no pudo hacer nada por salvarle la vida.

Don Raúl, como le decíamos, había escrito un día antes, en la columna ‘Molino de Viento’, “apoyo la extradición para los narcotraficantes”.

Allá, en la oficina que ocupó durante años, en el segundo piso del viejo edificio, lo oyen que dice: “La labor de un periodista es tomar decisiones”.

Occidente, en estos 60 años, marcó un camino en el periodismo y lo seguirá haciendo. Cerrar la primera página se convirtió en un arte. Echavarría Barrientos, primero; después Guillermo Lema o Roger Ríos, jefe de redacción antes de ser alcalde de Zarzal, estaban atentos a los títulos, de cómo había sido redactada una noticia y hasta se fijaban, con diccionario en mano, en alguna palabra que les parecía que tenía una doble intención en cualquier tipo de acontecimiento que se iba a publicar. Entonces, la analizaban en su contexto y la cambiaban para ajustar lo escrito.

Ahí estaba el alma y el fruto del trabajo de un equipo integrado por fotógrafos, periodistas, correctores, vendedores de publicidad, diseñadores, armadores y quienes hacían la técnica del fotomontaje, encabezada por Olga Fernández, quien realizaba, además, la separación de color. Si se analiza aquel tiempo, Fernández fue una de las pioneras de los memes actuales.

Otro de los personajes internos de Occidente era Jorge Ibáñez. Él trabajaba en el taller de impresión que tenía una rotativa alemana de seis cuerpos de color rojo, una de las más modernas para su época.

Ibáñez, ¡quien lo creyera!, era el consentido de don Álvaro y el encargado de atender al ingeniero que, cada año, de manera sagrada, llegaba desde Múnich y mientras trabajaba, decía en un hibrido español mezclado con alemán, “me gusta Cali por la rumba en Juanchito”.

Pero, ¿por qué Ibáñez era ‘el mimado’ por uno de los fundadores de Occidente? Muy simple, en sus brazos y en su cuello había huellas del amor que sentía por el periódico. Una noche, se inició un incendio en el sótano en dónde estaban los rollos de papel y la rotativa e Ibáñez, sin pensarlo dos veces, agarró en sus manos una pipeta de gas y la sacó a la calle con lo que evitó que el diario de la 12 desapareciera.

Y así como ayer, en este presente, los que laboran en el Diario Occidente siguen dando muestras de un ‘amor extraño’ que va más allá de ser un empleado. A los más veteranos, en las charlas que tienen con amigos o ex compañeros, tal el caso de Amparo Rodríguez, quien trabajaba en la sección de fotocomposición, es decir, la de ‘levantar’ los textos de los periodistas cada vez que recibía las enormes sábanas amarillas, asegura que cada vez que recuerda cada momento que pasó en Occidente, “mi corazón llora porque lo extraño”.

 

EL EJEMPLO DEL APOSTOLADO

Álvaro Ángulo Posso, conocido como ‘El Mompa Albán’, estuvo en el comienzo del diario Occidente, empresa en la que se jubiló. Él, marcó una época en el periodismo vallecaucano.

El diario de la 12, apelativo cariñoso entre los lectores más veteranos, así se encuentre en este tiempo en una casona antigua, ubicada en la calle 7ª, frente al Teatro Experimental de Cali, sigue abierto a los pensamientos políticos, a la democracia y al desarrollo económico de Colombia; pero también fue el pionero de los cuadernillos deportivos en el Valle del Cauca.

En esas páginas, si escribimos de deportes, además del ‘Mompa Albán’, hay que mencionar, entre otros, el abogado Humberto Ramírez Llanos, conocido como ‘Leyman’, a quien le tocó arar en el desierto de lo desconocido y triunfó en la época de un incipiente deporte; Fernando Zamorano, Óscar Rentería Jiménez, Emilio Fernández de Soto, Luis Enrique Delgado, Alberto Marulanda, José Hugo ‘El Toti’ Feijoo, Jairo Chávez Ávila, Jorge López Tulande, Mario Enrique Agudelo y el autor de esta crónica.

Además de los anteriores periodistas, en la historia de los 60 años de Occidente se debe recordar a Esteban Jaramillo Osorio, quien fue el ‘padre’ de ‘Balón’, considerado en su momento, como el mejor semanario deportivo de Colombia con un tiraje semanal de 80.000 ejemplares.

En este presente y mirando por el retrovisor, el apostolado de quienes estuvimos en la época del declive económico de Occidente, apretamos los dientes. Toda su gente, sin exagerar, aguantó hasta cuatro meses sin recibir el salario mientras Elmer Betancourt, jefe de mercadeo junto a sus vendedores, buscaba que los negocios de la ciudad compraran pauta comercial.

Óscar Rentería Jiménez fue director de las páginas deportivas de Occidente, antes de llegar a Caracol, luego que ‘Leyman’ armó tolda aparte.

“No sé qué van a hacer ustedes. Pero este fin de semana no sale ‘Balón’ porque se deben los rollos de papel, el personal, debido al puente de Semana Santa lo más probable es que no venga a trabajar”, dijo Betancourt.

Durante esa crisis, ‘Balón’, el hijo de Occidente, sostuvo al padre con la circulación nacional que tenía mientras los encargados de producirlo, Chávez Ávila y quien escribe estas líneas, salimos por la Avenida Sexta a buscar que los almacenes de esa zona nos dieran vales de zapatos, de ropa y de otros productos con los que se pudiera convencer a nuestra gente para que ‘Balón’ no dejara de salir o de lo contrario morirían tanto ‘el padre’ como ‘el hijo’.

Lo extraordinario de aquella gestión es que el personal que se necesitó, llegó al trabajo. Los fotógrafos fueron al estadio, los correctores, el diagramador Jorge Cárdenas y junto a ellos respondieron al llamado los corresponsales, entre ellos, Óscar Munevar, Jaime Ortiz Alvear, Elmer Pérez, Hugo Illera, Roguet Taborda y Jairo Berrio.

‘Balón’ circuló y Occidente tuvo un respiro adicional.

 

ESTE NO ES EL FIN

Julio Romero fue uno de los fotógrafos que vivió la crisis de Occidente, pero también mostró su apostolado por el periodismo.

 Se dice que morir es desprenderse de lo que toda persona lleva encima. La historia es que, durante estos 60 años de Occidente, hoy conocido como Diario Occidente, ha registrado una infinidad de anécdotas. Una de ellas se dio en 1970 con motivo de las elecciones presidenciales.

El columnista Francisco Gómez Valderrama y periodista, además, de la redacción, tenía su espacio en las páginas editoriales. Él lo llamaba ‘Vía Láctea’ y en el momento que dieron a conocer que Gustavo Rojas Pinilla había perdido en las urnas, Gómez Valderrama hizo una diatriba escribiendo que “hubo robo”.

La sorpresa en la sala de redacción, horas más tarde, fue una llamada telefónica que llegó desde el cuartel de la policía.

Don Raúl, entonces, salió de su oficina y le dijo a Cielo Diaz, redactora de sociales, que dejara de escribir. El tecleo que realizaba la pionera de las redes sociales evitaba que los demás periodistas, quienes estaban en ese momento, no iban a prestar atención a lo que él, subdirector del periódico, iba a decir.

“Hay una urgencia con Francisco. Se encuentra detenido en un calabozo en el cuartel de la policía, ubicado en la calle 21 con carrera 1ª. Y está ahí por lo que escribió”, dijo don Raúl.

Después de aquellas palabras, Cielito, como se le llamaba, siguió escribiendo sobre el evento social del momento que se avecinaba o que, en la noche anterior, se había registrado. Si aquello no salía en las páginas sociales de Occidente, aquel acontecimiento nunca había sucedido.

     En esta rueda de prensa en torno a Occidente, hay un detalle humano. Hipólito Murillo, en esa época de crisis, nadie sabe cómo lo hizo, pero con su gestión salvó de la angustia existencial a muchas familias que trabajaban en el diario de la 12.

     “En mi caso me vi favorecido. Cada semana él nos entregaba un vale de 50 pesos de la época para comprar alimentos en ‘La 14’. En esos momentos demostramos que el dinero poco nos importaba. Trabajábamos por amor al periódico, a la profesión y, lógico, debido a la pasión que sentíamos por lo que hacíamos”, dijo Julio Romero para esta crónica, uno de los fotógrafos de aquel entonces.

Al comienzo escribimos que El Diario Occidente es un periódico que podría ser como cualquier otro en el mundo, pero no lo es. Es el hogar que muchos recordamos y que estará, sin duda, después de que nos vayamos.

Esta historia continuará en cualquier momento porque el Diario Occidente, en este tiempo, cumple con el desarrollo tecnológico actual con lo que se reinventó debido al trabajo de su directora, la periodista Rosa María Agudelo Ayerbe, de la junta directiva y del grupo de periodistas que lo integran. Fue el primer diario, en Colombia, que incursionó en ediciones gratuitas.

Entonces, digamos para finalizar, felices 60 años de existencia del Diario Occidente. El éxito de ahora, y en el futuro, se debe a su trabajo duro, su dedicación y su actitud ganadora por trabajar en equipo.

Grupo de fotógrafos de Occidente. Ellos, con su tesón y dedicación, hicieron su aporte para lo que es hoy Diario Occidente. Nadie los olvida. Aparecen, de izquierda a derecha, Gustavo Gómez, Jorge Marulanda, Julián Díaz, Luis Rodríguez y Carlos González.

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Un comentario

  1. Julio César Romero

    20 noviembre, 2021 at 11:20 pm

    POR LA CRÓNICA DEL DIARIO OCCIDENTE
    Excelente crónica William, al leerla se iban reproduciendo mentalmente imágenes plasmadas en la memoria de ese acontecer diario de aquellas épocas.
    Julio César Romero

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