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Por Luis Felipe Gómez Isaza.
Columnista Cápsulas.

Nuevamente Atlético Nacional se queda sin técnico. Luego de escasos ocho meses de trabajo y mostrando debilidad ante las críticas de la hinchada y parte del periodismo, las directivas como Pilatos le dan gusto al pueblo.
No sé si esto haya sido bueno o en realidad hace parte de una medida débil de espíritu que toman directivos sin equilibrio administrativo y populistas que prefieren darle gusto a su hinchada y a no comprometerse con un proyecto.
Gandolfi llegó a principios del año recomendado por su compatriota Fermani y recibió una rica herencia de un técnico mexicano que conquistó la hinchada y a los jugadores no solamente por hacerse sentir con dos títulos sino porque respiraba pasión y parecía un hincha más.
El manito amén de técnico era un animador o potenciador sicológico de un buen grupo de jugadores que como él imprimían todo el esfuerzo sin escatimar ninguna gota de sudor. El polémico Juárez se dejó venir con dos títulos en seguidilla y además mostró que manejaba el camerino y al pueblo. No sabemos a ciencia cierta y al final que sucedió pero parece que no se le toleró una pataleta que tuvo con la traída del ídolo Mateus Uribe y esta rebosó la paciencia directiva quien no gustó del alarido del técnico mexicano y por ahí derecho le cancelaron el contrato.
Aquí por darle gusto al pueblo y no al técnico, se inclinó la decisión. Uribe que era ansiado por la hinchada verdolaga fue insertado dentro del seno del equipo y el manito tuvo que salir dejando la institución en manos del argentino Gandolfi. La herencia fue bien recibida y en las primeras de cambio se empacó para el verde la Supercopa o la Superliga, trofeo curioso que tiene más fondo económico que termómetro de rendimiento para un proceso deportivo, sin embargo, como título cuenta y el verde sumo uno más a principio de este año.
El reto continuó e inmediatamente el argentino afrontó la Copa Libertadores, diríamos con relativo éxito, pues el paso a la siguiente ronda así lo confirmó, eso sí, dejando pelos en el alambrado, pues no tuvo éxito en ninguno de los partidos que jugó como visitante. En octavos el verde se enfrentó a Sao Paulo siendo eliminado por Cardona que en retribución comenzó a caminar la cancha y creo que sin equivocarme mucho a moverle el camerino.
La hinchada y sus periodistas y digo de estos últimos porque lucen también como fanáticos fundamentalistas, mediáticos y pasionales y no son todos sino un grupo sin escrúpulos pero con la camiseta de la pasión bien puesta, comenzaron a presionar y a hacer eco de lo que sentía la tribuna y posiblemente el camerino encabezado por el diez.
Entonces se vino la noche oscura con todas sus angustias y aunque solo había perdido dos partidos en el torneo, no le perdonaron la derrota del fin de semana anterior condimentada con el error de colocar en cancha cuatro extranjeros durante cuatro minutos.
Con discrepancia por el resultado final de salirse con la más fácil que es hacerle caso a la tribuna, no me pareció la mejor decisión. Ahora las directivas se verán expuestas nuevamente a darle gusto a los mismos que presionaron y se pusieron felices con la traída de Uribe y que al parecer desencadenó la salida de Juárez, o sea, vuelva y baraje y, vuelva y dele gusto a la tribuna o a los periodistas de camiseta que parece que quitan y ponen técnico.




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