Capsulas de Carreño

Caretorta Palacio DIM

Las exequias de «Caretorta» se llevarán a cabo mañana martes 21/mayo.
Velación: Capillas de San Juan – Sala 1 – Cr. 79AA #44-67 – Hora: 6:00 a.m.
Eucaristía: Parroquia El Divino Niño – Cll 45 # 107C-28 – Hora: 11:00 a.m.

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Por Mauricio Correa.
Columnista Cápsulas.

 

En el fútbol, en la pasión desbordada que late en cada corazón hincha, se encuentran las raíces mismas de nuestra identidad, de nuestra lealtad inquebrantable hacia los colores que nos representan. Ser hincha del Deportivo Independiente Medellín va más allá de asistir a los partidos o disfrutar de las victorias; ser hincha es abrazar una manera de ser, una forma de respirar los sueños y los desafíos, de la mano de un emblema tan valioso como lo fue Caretorta Palacio DIM.

En cada fila del estadio, en cada garganta que se alza para entonar los cánticos sagrados que levantan el espíritu de la hinchada, resuena el eco de una tradición forjada en el amor por los colores. Caretorta nos enseñó que llevar la bandera del “Rey de corazones” al estadio es como portar un estandarte de fe, de esperanza compartida entre miles que laten al unísono por un solo sentimiento: el amor al equipo, el orgullo de pertenecer a una familia que se reconoce en cada gesto, en cada brinco de alegría.

Cuando Caretorta gritaba y apoyaba con fervor al Deportivo Independiente Medellín, era un acto de entrega total, un ritual sagrado que unía almas y corazones en una sola voz. Cuando celebraba un gol con desenfreno, corría de un lado a otro en la gradería de occidental baja. Allí veíamos como se tejía la tela indestructible de una pasión que trasciende lo terrenal, que eleva al equipo a la categoría de leyenda viva en la memoria de sus fieles seguidores.

Caretorta acompañaba al equipo en las buenas y en las malas como un compromiso sagrado, una promesa sellada que nos enseñó a comprender por qué juntos somos más fuertes. Nos enseñó que en la adversidad se forja el carácter de una verdadera hinchada, afianzando el vínculo que nos une en las derrotas, y desatando la euforia compartida en las victorias. Nos hizo entender que somos parte de algo más grande, trascendiendo lo individual para abrazar lo colectivo.

Ser tan apasionado hincha hasta el punto de cambiar el nombre de pila por el de Caretorta Palacio DIM,  es un gesto de devoción, de entrega total a una causa que nos desborda y nos transforma en seres íntegramente ligados a la historia y al presente de nuestro equipo amado.

Caretorta Palacio DIM no es solo un nombre, es un emblema de identidad, un estandarte que ondea con orgullo en el corazón de cada hincha, recordándonos que ser del Medellín es más que una afición: es una forma de vida, una pasión eterna que late sin cesar en cada latido de nuestra hinchada.

Descansa en paz poderoso Caretorta Palacio DIM.

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