Capsulas de Carreño

Empate apresado con garras de Águilas

Por Jorge Iván Londoño Maya.
Columnista Cápsulas.

 

 

*Envidia de la buena al ver el juego, la entrega, y el pundonor de los jugadores no solamente de Águilas sino del Cali.
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Y las Águilas Doradas volaron desde Santiago de Armas de Rionegro para posarse en una “palma seca”, estadio del Deportivo Cali, ubicado en las planicies de Palmira. ¡Mirá ve!

 

Estadio vestido totalmente de verde, que opacaron a los pocos paisanos del antioqueño Pachito Eche, personaje central de la canción que fue adoptada como himno del equipo azucarero.

 

Águilas, líder y equipo invicto que rompió todas las marcas en  el todos contra todos, salto a la aparente bien tenida grama del Palmaseca, con todos sus “chachos”, de los que sobresalen Quiñonez, Salazar, Marco Pérez, goleador del torneo, y Mateo Puerta, autor del gol del empate.

El Cali con su tropa, en la que se destacan Teófilo, que hace las veces de líder, ordenador, mandón, buscapleitos, y mamagallista; Sandoval punzante y un peligro en el área; Castilla, un canterano de 17 años, que hace el papel de Tatay en Nacional, pero éste si bien cuñado por los lados, y el irascible John Vásquez, que hasta sentado en el banco de suplentes se ganó la amarilla. ¡Que joyita!

 

Un primer tiempo con dominio parejito. Águilas certificando porque es el mejor equipo y el más compacto. Ambos elencos con pases exactos en la gran mayoría de las veces; (envidia de la buena)  Cali con menos toque pero con más profundidad; Águilas con mayor tenencia del balón, representado en secuencias de 7, 8 o más pases, (más envidia de la buena) varios remates dorados al arco caleño fueron tapados por Rodríguez, o rechazados por los defensas verdes. Lo mismo sucedió al frente.

 

Los últimos 45 minutos no cambian de decorado, siendo Águilas más punzante y generando más peligro, como ese cabezazo de Pérez que pega en el travesaño. Al minuto 80 se da una incursión del Cali por la punta derecha, ingresa Juan Franco al área, y Pestaña, sin pestañear, lo atropella, jugada que el árbitro Eder Vergara pita como penal. Sandoval coge impulso y por la base inferior derecha anota, balón que estuvo muy cerca del guante de Contreras, el chamo de Águilas Doradas, a quien minutos antes le cayó algo en la cabeza lanzado desde la tribuna, objeto que le fue entregado a Vergara, y que seguramente hará parte de la montaña de basura que saquen mañana del estadio.

 

Por la demora en el cobro se gastaron los cinco minutos religiosos en nuestro medio, por lo que le quedaban 5 minutos reglamentarios al equipo dorado para lograr la paridad, más el tiempo de adición. Farías su técnico (y sigue la envidia de la buena) hace más cambios y ordena la avanzada dorada hacia el arco caleño, que es defendido hasta por Pachito Eche. El árbitro ordena 8 minutos de alargue; corre el minuto 98, falta a favor de Águilas cerca del área, cobra  Estacio, el balón se enreda en la barrera y le queda a Mateo Puerta, que en ese instante se convierte en San mateo y de zurda mete un zapatazo que por poco rompe la malla y logra el empate. Celebración a rabiar de jugadores y cuerpo técnico. Al minuto 100 se termina el partido.

 

Si señores, envidia de la buena al ver el juego, la entrega, y el pundonor de los jugadores no solamente de Águilas sino del Cali. Envidia de la buena al ver en el banco a técnicos que son tácticos y agiles en la toma de decisiones, y que planifican el partido apoyados en realidades y no en posibilidades.

 

Águilas, que sigue extendiendo su invicto y sus buenas calificaciones, para ratificar su primer puesto del cuadrangular,  y lograr ser el mejor de la reclasificación, envidia de la buena, levantará vuelo para regresar a su nido, y preparar su próximo encuentro ante el equipo de David, el Deportes Tolima, que al momento de sacarle humo al teclado para  escribir este comentario, le gana 2 por 0 al Junior, que tuvo que tirar carrocería “Superior” desde Bogotá hasta Ibagué, por vientos fuertes en el aeropuerto Perales.

 

“Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres ir lejos, ve acompañado”. Robert Waldinger.

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