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En el DIM, eliminación que duele pero no sorprende.
- Actualizado: 29 abril, 2024
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Por María Victoria Zapata B.
Columnista Cápsulas.
No le alcanzó al Deportivo Independiente Medellín con su victoria, 1-0 al Envigado, ayer, en la última fecha. Y no le bastó por una serie extensa de motivos que tuvieron su génesis en la conformación del equipo que competiría en el 2024-1.
Al DIM lo sentenciaron sus directivos desde el momento mismo en que desmantelaron la escuadra subcampeona y degradaron su nómina de la peor forma posible.
Por ello, y sin que nos causara sorpresa pero si muchísima desazón, nos encontramos con una goleada inmisericorde en el debut en Liga: 0-5 ante Millonarios, en El Campín, el 21 de enero.
A esta vergonzosa presentación roja le sucedieron el 0-3 con Junior, en el Metropolitano, el 0-3 con Boyacá-Chicó en el estadio La Independencia, y el igualmente humillante 1-4 con América, ante la propia afición poderosa, en el estadio Atanasio Girardot.
A estas penosas goleadas se sumaron el 0-2 con Alianza F.C. en el estadio Eduardo Maestre, el 2-2 en condición de local con Fortaleza y el 1-2 ante Once Caldas, también en el Atanasio Girardot, que dejaron sinsabores al por mayor.
Pero más allá de los resultados, decepcionaron el fútbol rojo (más bien la falta de él), el deplorable nivel de un altísimo porcentaje de sus jugadores, el fracaso en que se constituyeron la casi totalidad de los mal llamados refuerzos y la pérdida de rumbo por parte del cuerpo técnico que encabeza el orientador Alfredo Arias.
Producto de lo anterior, nos encontramos con un DIM sin fútbol- nunca supimos a que jugó- sin estructura táctica, sin articulación de ningún tipo, sin fortalezas individuales ni peso anímico, un DIM sin cohesión ni juego colectivo, sin estilo ni identidad. Un DIM amorfo.
Y nos encontramos, igualmente, con una escuadra sin columna vertebral, sin referente en el gramado, con una zaga del todo insolvente, con un medio campo inexistente y con un ataque que careció de definidor, de genuino goleador. No hubo ni siquiera un cobrador en propiedad de los tiros libres y las penas máximas.
El buen fútbol fue escaso en el DIM modelo 2024-1, la descompensación entre defensa y ataque fue notoria, no hubo solidez en la defensa ni continuidad en el ataque, la diferencia de gol de -9, fue contundente y concluyente, no respondieron los jugadores, ni los antiguos y mucho menos los recién contratados,
Para empeorar las cosas, el técnico lució del todo nublado en sus planteamientos y conformación de oncenos iniciales. Se le vio igual en las sustituciones y en su insistencia con la titularidad de algunos futbolistas cuyo rendimiento no les alcanzaba ni para ser suplentes.
En ese orden de ideas, por más amarga que haya sido la eliminación no fue inesperada ni sorprendente. Sabíamos que el equipo fue desmembrado por completo. Sabíamos del “cambiazo” en la nómina. Lo que nunca comprendimos fue por que razón el técnico Alfredo Arias aceptó y/o acogió ese trueque tan desventajoso para el DIM y para su gestión como entrenador del equipo.
Sabíamos, así hubiera una levísima posibilidad matemática de paso a cuadrangulares, que el triunfo en la última fecha no era suficiente, que “la tarea” era para hacerla durante toda la fase clasificatoria y desde el principio. Infortunadamente el DIM no la hizo y sus múltiples carencias le pasaron una altísima cuenta de cobro y un muy negativo gol diferencia. No bastaba, entonces, solo con derrotar a Envigado…
Hoy entendemos, así mismo, que ningún equipo con 31 goles en contra puede aspirar a un título, que la eliminación de nuestro amado DIM es el resultado de su pobre fútbol, de su muy limitada nómina, de todas sus debilidades, de la ausencia de liderazgos (incluyendo los dirigenciales) y de motivaciones durante prolongados tramos del campeonato.
Y aunque duele mucho, esta eliminación no sorprende en absoluto. Por eso reitero lo expresado en esta misma columna: Al DIM lo sentenciaron sus directivos al desmembrar el equipo subcampeón y reemplazar sus jugadores por otros sin fundamentación, nivel, ni fútbol. Jugadores que nunca justificaron su contratación. Esta eliminación es el resultado de la improvisación y de las pésimas decisiones administrativas. Nada más que decir.
[María Victoria Zapata B.]