Por Ricardo González.
@globoesporte.com.
*La profecía de Fernando Diniz a John Kennedy es la guinda de un entrenador que se volvió indiscutible.
==
Hay un dicho en el fútbol que dice que las estrellas ganan partidos, las plantillas (entrenador incluido) ganan títulos. No fue diferente en el título más importante de la historia del Fluminense.
Con todo el brillo de las actuaciones de los jugadores a lo largo de la campaña, el equipo no habría sido campeón sin Fernando Diniz. Un entrenador que me encanta y al que elogio desde 2017 cuando fue a Jundiaí a retransmitir un partido del Paulistão entre Paulista y Audax, y vi con la boca abierta cómo el equipo visitante jugaba desde su portero, sin patear, haciendo llegar el balón. sus pies se levantan para atacar. Contra Boca, Diniz completó un círculo virtuoso como doble psíquico, utilizando sus métodos psicólogos para motivar a John Kennedy, gritándole a centímetros de distancia: «¡Vas a marcar el gol del título!».
Ejemplos: Fábio fue fundamental, pero dudo que muchos otros además de Diniz le dieran otra oportunidad a sus 42 años. Samuel Xavier, un lateral que llegó «normal» se convirtió en uno de los mejores de la posición en el país de la mano del técnico. Felipe Melo y Paulo Henrique Ganso eran considerados acabados por muchos, y de hecho no sé si podrían jugar en algún otro equipo, a esta edad, que no fuera con Diniz al frente.
Marcelo es espectacular, pero no es pecado admitir que ya no tiene capacidad para marcar desde el costado, y el entrenador le dio la libertad de jugar con el balón en los pies en el espacio que quisiera, y aún así logra marcar. una diferencia. ¿Qué podemos decir de André, doble centrocampista y defensa, que formó parte de la selección nacional y pronto estará en Europa (¿qué otro entrenador se arriesgaría a darle un papel más?). Y, sobre todo, ¿qué podemos decir de Cano? Un jugador de 35 años, que antes de convertirse en uno de los máximos goleadores del fútbol mundial gracias al esquema de Diniz, sólo había destacado en Independiente de Medellín, con 167 goles -pero en cinco años…
En el partido de este sábado, en un principio no estuve de acuerdo con el ingreso de Martinelli -en el programa Redação del martes pasado- adelanté esa opinión, recordando que Boca no atacaría al principio (es decir, no era un partido en el que fuera necesario reforzar la mitad) y que era más productivo intentar empujar a los argentinos contra las cuerdas y anotar que salvar a un jugador en ese momento para la segunda mitad.
Incluso los números me dan la razón: sin Kennedy en el campo el 1-1, en el poco tiempo que jugó, el Fluminense estaba 1-0 y Boca Juniors no atacó en el primer tiempo. Sin nada parecido a la calidad de juego y de equipamiento de Flu, la selección argentina pareció sufrir en el campo. Les costó defender en la primera mitad, les costó atacar en los «segundos» del tiempo reglamentario y de la prórroga, mientras que Tricolor, como siempre, parecía divertirse trabajando.
Pero Diniz estuvo brillante al inicio del partido, liberando a Keno y Árias para que se juntaran y jugaran el juego de aproximación que tanto le gusta al técnico. Cuando se anotó el primer gol, nada más empezar la jugada, Keno y Árias estaban por la derecha y, del otro lado, Advíncola intentaba llegar a una conclusión sobre si estaba esperando que alguien cayera en su sector o si Iba al área a marcar, adelantándose al ataque, de ninguna manera. Se fue al área y, cuando llegó el balón de Árias, el genial Cano ya había realizado un movimiento corporal que confundió por completo al peruano.