Capsulas de Carreño

El recuerdo de Jairo Alonso (q.e.p.d.)

Jairo Alonso Vargas (Q. E. P. D.) Foto Primera Linea

 

Por Edgar Hozzman 

Cuando Jairo Alonso Vargas se casó no tenía ni cédula. Era menor de edad, al igual que su esposa. “No teníamos nada material, pero mucho amor”.

El recién casado encontró en el canto la oportunidad para conseguir el sustento y fue uno de los integrantes del famoso “Club del Clan” que recorrió buena parte del país buscando nuevos talentos y haciendo presentaciones en teatros, colegios y coliseos. “La gente era muy cariñosa y especial. Salía de todas partes, de todos los rincones. Fue una de mis grandes experiencias de mi vida”.

Luego ingresó a las nóminas radiales para presentar los éxitos de los grandes cantantes del momento. Allí comenzó una de sus grandes colecciones de acetatos y luego de CD: más de 20 mil que ahora están en todas partes de su casa, en la sala, debajo de las escaleras, al lado de la cocina, en la alcoba principal, en el cuarto de estudio.

Jairo Alonso, además, recopila de todo: búhos, soldados de plomo, ajedreces de distintas partes del mundo, artículos musicales, iglesias, imitaciones de armas de distintas guerras, libros, revistas, ángeles, autos de colección y hasta figurillas de Napoleón en siete u ocho ocasiones de su monárquica vida.

RCN Televisión lo llamó para ser el presentador oficial del Reinado de Cartagena, cuando el programa era en “vivo y en directo” y cuando a veces le tocaba improvisar más de una hora frente al micrófono y a los millones de televidentes que esperaban el veredicto. “Los jueces eran lentos y claro, había que soltar la imaginación y dar datos e historias inimaginables o enviar a corte de comerciales muchas veces. Por fortuna siempre conté con aliadas como doña Gloria Valencia o su hija Pilar Castaño, dos extraordinarias colegas”.

“Vi a más de 300 reinas de todos los departamentos durante ese tiempo, pero la más hermosa de todas fue Susana Caldas. Su porte, su elegancia, su forma de ser, la manera como hablaba y como se llevó los aplausos del público. Es una mujer que Colombia no olvidará por mucho tiempo. Han pasado varias que ya ni los medios se acuerdan, por ejemplo”, cuenta ahora Jairo, mientras saborea un café y se apresta a contestar el crucigrama de El Tiempo.

Amante de la música colombiana,  buen contador de chistes, generoso, indiscutible como locutor, pero insuperable amigo.

¿Durante cuántos años fue el presentador oficial del Reinado de Belleza de Cartagena?
Creo que fueron 14 años. Inauguramos la televisión a color con un Reinado de Belleza, precisamente.

–La emisión se hacía en directo, ¿qué beneficios tenía?
Salía con calor humano, había más comunicación, no era tan postiza. Se corrían riesgos como por ejemplo que el jurado no tuviera el veredicto a tiempo. En una oportunidad me tocó improvisar una hora esperando el resultado. Alternaba con Pilar Castaño y fueron sesenta minutos de angustia.

–¿Por qué hoy no hay presentadores y se tiene que recurrir a actores para que hagan este oficio?
Yo pienso que es cuestión de los dueños del negocio. Porque cada quien en su oficio. ¿Qué tal yo de actor? Hay algunos actores que tienen dones histriónicos, pero no los veo bien como presentadores.

–¿Ha perdido sintonía el reinado de Cartagena?
Total.  Creo que se ha acabado el presupuesto. Se ha bajado en audiencia y en pautas. Si le preguntan a una persona en la calle, ¿cómo se llama la actual reina?, de pronto, ni sabe. En mi época era una tradición familiar ver el reinado.

–¿Ha vuelto a hablar con alguna de las reinas?
Nunca. Yo me desligué de eso. Fue un ciclo cumplido.

–¿Conserva los smoking de esa época?
Los he regalado a mis hermanos, a mis hijos a los amigos y a quienes los han necesitado para algún evento.

¿Cuál fue su primer acto como maestro de ceremonias?
En la Escuela Francesa de Belleza para un desfile de modas y ceremonia de graduación en Bogotá por allá en 1970.

–También fue cantante, ¿cuáles eran sus éxitos?
Todos los que teníamos esa edad queríamos grabar. Los dos temas más conocidos fueron “Ford Mustang” y “El milagro de tus ojos”.

–¿Cómo eran esas presentaciones?
En radio teatros, con Milo a Gogó en estadios y en el programa de televisión semanal que hacía Guillermo Hinestrosa y luego con Alfonso Lizarazo.

¿Cómo vivió esa Nueva Ola?
Fue una de las mejores épocas de mi vida. Yo me encontré realizado en esos años.

–¿Qué lo llevó a la radio?
La fiebre por conocer, por ver como era eso, me parecían como si fueran extraterrestres y quería hablar por un micrófono.

¿Es un activo fijo de Todelar?
Llevo poco, ahora trabajo con Marco Lino Forero. Después del fallecimiento de mi esposa Elisa, volví a la radio.

–¿Cuántos partidos de fútbol narró? ¿Cuál fue el primero? ¿Sentía los goles que le hacía Santa Fe?
Fueron ocho años metidos en deportes, narraba, hacía comerciales, hacía programas de música. No tengo ni idea. Montones. Me daba mal genio cuando Santa Fe le metía goles a Millonarios, pero había que entenderlo, manejarlo.

–¿Cuántos hijos? ¿Cuántos nietos?
Tres hijos, cinco nietos.

–Sigue haciendo esos pesebres famosos, comenzando desde junio a armar cada paisaje?
Si, pero estoy pensando en no volverlos a hacer. Pero ahora con la ausencia de Elisa –a quien conocí a los doce años—lo estoy pensando.

–¿Por qué nació esa costumbre?
Por mi papá, quien los heredó de mis abuelos y así sucesivamente. Eran pesebres de cinco metros por cinco metros.

–¿Cuántos años trabajando con Jorge Barón en su noticiero?
Ocho años presentando las noticias.

–Siempre ha sido un bohemio, ¿qué temas recuerda con especial cariño?
He sido bohemio, pero no tomador. Me gusta toda la música, la de los años sesenta, setenta, los boleros, la salsa…

-¿Ha superado la tragedia automovilística de hace unos años?
Es un mal recuerdo. Una persona en alto estado de embriaguez no solo puso en peligro su vida sino la de todos.

–¿Quién ha sido un extraordinario cantante?
Indiscutiblemente, Nino Bravo.

–¿Los cambios que ha tenido la radio son positivos?
No sabría qué decirle, para algunos sí, para otros no, se perdió el romanticismo, pero hay que estar acorde con las circunstancias.

–¿Sería capaz de decir groserías al aire, tal como lo hacen los disyoquies de ahora?
No. Ni de fundas. El idioma es muy rico para decir frases sucias.

–¿También estuvo enamorado de Magda Egas?
Nunca. Fuimos buenos amigos nada más.

–¿A quién vislumbra ahora como buen presentador?
No tengo esa pista, no la tengo.

–¿Fue buena la pelea Alí-Foreman que usted transmitió?
Muy fue agradable, eso fue en el Zaire. Nos recorrimos medio mundo. Trabajaba con Armando Moncada Campuzano. Hablé con Alí cuando vino a Bogotá, pero allá no nos dejaron acercarnos a él.

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