Capsulas de Carreño

¿Industrialización o mercantilización?

Por José Acosta Bedoya.

 

 

*La mercantilización se maneja con los pies y la industrialización se maneja con la inteligencia.
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En la medida en que se van desarrollando las sociedades, el desarrollo de las diferentes actividades que se generan al interior de estas corre a la par con las transformaciones que se van presentando y que modifican los diferentes entornos.

Lo que empezó como un juego, pasó a convertirse en deporte cuyo empaque era un equipo que a la postre fue convertido en club para transitar, a partir de la influencia de los mercados, en empresas deportivas pertenecientes a un sector de la industria. La industria del fútbol.

Todo este proceso de transformación y desarrollo que fue generando, a partir de la década de los 90’, conceptos de apertura económica y globalización que abrió las fronteras a los negocios que pasaron del mercadeo transaccional al mercadeo relacional, se fue insertando en la dinámica económica y se convirtieron en modelos estratégicos de planeación y gestión de la industria del deporte mundial.

Así, si la industria del deporte se desarrolla a pasos agigantados, la dinámica de los mercados debe evolucionar al mismo ritmo y, por lo tanto, insertarse todos los grupos de interés en ese espiral de crecimiento e interactuar con los mercados internacionales.

Como resultado, el proceso de industrialización del deporte y en especial la industrialización del fútbol, ha tenido un gran impacto en la economía mundial y ha pasado, en los tiempos modernos, a ser un índice importante dentro de su participación en el PIB mundial. Algo se vislumbraba a futuro cuando Joao Avelange manifestaba que el fútbol, a través de FIFA producía al año más de 200 billones de dólares. Esto, sólo en el comienzo de la globalización e industrialización.

Actualmente, y con el desarrollo de la industria futbolera, las cifras económicas que se manejan son exorbitantes y la producción de eventos y torneos más exorbitantes aún, pues esta multinacional del ocio y sus compañías satélites, esto es, confederaciones, federaciones y sus apéndices regionales, generan toda clase de eventos de fútbol en cada país, que van desde diferentes edades, hasta el nivel profesional masculino y femenino y conforman el espectro de eventos para transmisión donde intervienen otros grupos de interés como lo son los medios de comunicación.

Así, cada país asociado, desarrolla sus torneos internos y adquiere además el derecho a participar en los diferentes torneos internacionales, que como se sabe, son liderados y registrados por la FIFA y se genera la cadena de acontecimientos que mueven el producto fútbol. Un fútbol que estará ligado a la calidad del producto que se saque al mercado y que será directamente proporcional a la cantidad de recursos económicos que produzca, también ligado al tráfico de audiencias nacionales e internacionales que genere.

Pero ahí no para este proceso sistémico, pues desde el punto de vista de comercialización y mercadeo del producto fútbol, el grado de saturación que se presenta y su afectación al entorno por altos niveles de contaminación visual y auditiva, producen también altos niveles de estrés que se traducen en enfermedades del mercado, de las personas y de los deportistas. Estrés que se manifiesta en la intolerancia social, procesos de formación deportiva deficientes y procesos económicos con resultados negativos a partir de malos resultados deportivos por un producto fútbol de mala calidad.

Los niveles eficientes de calidad en lo social, deportivo y económico, marcarán por lo tanto el rumbo de la industria del fútbol y su gestión será la clave para la generación de resultados de permanencia y sostenibilidad de las entidades. La FIFA y sus asociados en el mundo no mirarán la calidad del producto a ofrecer, pues hoy en día prevalece la cantidad y el proceso de industrialización se convertirá en mercantilización como se está convirtiendo el producto fútbol y el deportista en los mercados actuales.

Los nuevos mercados volverán entonces a las viejas costumbres comerciales de producir y vender grandes volúmenes sin importar las calidades y bondades del producto y sin tener en cuenta que la oferta es mayor que la demanda y que de seguir así, el mercado va a llegar al colapso, pues la mercantilización se maneja con los pies y la industrialización se maneja con la inteligencia.

Tenía razón mi santa madre cuando decía: lo bueno, si breve, mejor.

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