Capsulas de Carreño

Miguel Borja vendía fritos en Tierralta (El Heraldo)

"Es una bendición (...) No dependo del escudo para anotar, dependo de la gracia de Dios", señaló Miguel Borja en declaraciones al canal Fox Sports. "Fue un buen gol", añadió sobre su anotación. Foto tomada de Conmebol.com

«Es una bendición (…) No dependo del escudo para anotar, dependo de la gracia de Dios», señaló Miguel Borja en declaraciones al canal Fox Sports. «Fue un buen gol», añadió sobre su anotación. Foto tomada de Conmebol.com

Por Rafael Castillo Vizcaíno,
El Heraldo
Rafael Castillo

En Tierralta, Córdoba, donde nació y se forjó Miguel Borja en medio de grandes sacrificios, continúan celebrando el título de su ídolo.

Al otro lado de la línea se escucha una parranda y una aclaración: “Compa, yo soy 100% juniorista, pero me tocó festejar el triunfo del Nacional”. La voz emocionada y con marcado acento sabanero es de Omar Ruiz, amigo de Miguel Ángel Borja, el delantero de Tierralta (Córdoba) que anotó el gol con el que los verdolagas vencieron 1-0 al Independiente del Valle y se coronaron campeones de la Copa Libertadores de América, el miércoles pasado en el estadio Atanasio Girardot, de Medellín.

Son las 11 a.m. del jueves y Ruiz asegura que él y mucha gente en Tierralta todavía sigue bebiendo y festejando la gloria alcanzada por el ídolo del pueblo. “¡Esto está ‘prendío’!”, exclama.

Ruiz se aleja un poco del parlante y empieza a contar al periodista de EL HERALDO los días en que Borja “era flojo para el estudio”, pero ayudaba a sus padres en las actividades para el sostenimiento de la casa.

Borja, autor de cinco vitales goles en los cuatro últimos partidos de la Copa, viene de una familia muy humilde y trabajadora.

La mamá, Nicolasa Hernández, vendía fritos y el papá, José Borja, comercializaba bolis, boletas de rifa y cualquier tipo de mercancía. “Migue ayudaba a su mamá a vender fritos al lado de la cancha La Bonga, del barrio Escolar. Ahí vendía y jugaba fútbol”, recuerda Ruiz.

Ya ha pasado un rato de relato. Ruiz promete conseguir al papá de Borja para que cuente su historia. No se le hace difícil ubicarlo y pasarle el teléfono para que hable con el periodista. Don José, de 74 años de edad, es un tipo alegre y noble que el día después del triunfo alcanzado por su hijo está recorriendo las calles del terruño para ofrecer sus rifas, como si nada hubiera pasado. “Yo tengo que salir por ahí para entrevistarme con la gente y vender. Yo converso con todos, me gusta”, dice después de romper el hielo. La timidez inicial solo le permitía responder con monosílabos.

Don José se despide feliz, Tierralta, municipio que tuvo una gran incidencia paramilitar que Borja logró gambetear, muestra gratitud y no se olvida de su hijo que pasó de vender fritos a campeón de América.

Fuente: El Heraldo

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