Capsulas de Carreño

Uruguayizado rival para Junior (Javier Castell López, El Heraldo)

Javier CastellJavier Castell López,
El Heraldo


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Es un equipo que hace de la voluntad y la perseverancia sus soportes anímicos.
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 “Pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice derecha”.


La frase que corresponde al escritor y premio Nobel de literatura Albert Camus, tiene su versión puramente futbolera en aquella que todos repetimos y hacemos como propia: todos los partidos son diferentes. Insistimos en que cada enfrentamiento tiene su propia complejidad, su propia dinámica; en que “el balón no siempre viene de la misma forma”, sin importar que los rivales, como es el caso de Junior y Santa Fe, hayan combatido recientemente en dos ocasiones. Así que valdría la pena aceptar que todo aquello que ocurrió en esos compromisos hace parte de la historia, de las estadísticas, pero de ninguna manera vaticina con certeza el futuro del trámite del partido, y mucho menos el resultado que se producirá este sábado.


Sin embargo, los equipos van afianzando unos comportamientos, unos rasgos individuales y colectivos que se convierten en su estructura táctica.


Esos, digamos, son más previsibles. En el caso de Santa Fe, sobre todo el de los últimos partidos, se le advierten, al primer golpe de vista, unos trazos muy uruguayos. Quizá la abundancia de partidos, los tres eventos en los que compitió y compite, la ausencia prolongada de Omar Pérez, su generador de las mejores ideas ofensivas, quien apenas ha reaparecido a cuenta gotas, las lesiones de Otálvaro y ahora de Anchico, dos buenos complementos, y la desvinculación por actos contra la disciplina de Quiñones, sin duda el mejor delantero con el que contaba, el más desequilibrante, son las razones por las cuales su estilo de juego se ha visto modificado.


Este Santa Fe se ha ‘uruguayizado’. Con todo lo que eso significa. Con sus oros y sus cobres, como todas las formas de jugar. Entre los primeros, está la concentración defensiva, el juego aéreo, la fuerza física que trata de imponer en los duelos por el balón; la preferencia por el pase largo y frontal, y la generosa entrega durante los 90 minutos.


Entre los segundos, están la falta de posesión útil y armoniosa del balón, el poco desequilibrio en el último tramo de la cancha, la falta de energía creativa; la ausencia del necesario desborde por los costados y, sobre todo, la disminuida frecuencia goleadora.


En Bogotá, Santa Fe no renuncia a coadyuvar el efecto altura en su oponente atacando, imponiéndole el ritmo, pero con poca lucidez. Es un equipo que hace de la voluntad y la perseverancia sus soportes anímicos.

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