Capsulas de Carreño

Hasta que la cuerda reventó. Por Pablo Arbeláez Restrepo

 

El duelo central de la edición 102 del Tour de Francia. Nairo Quintana y Chris Froome, frente a frente. El líder tuvo el salvavidas de su poderoso equipo. Foto cortesía Team Sky.

El duelo central de la edición 102 del Tour de Francia. Nairo Quintana y Chris Froome, frente a frente. El líder tuvo el salvavidas de su poderoso equipo. Foto cortesía Team Sky.

 

 

Por Pablo Arbeláez Restrepo

Pablo Arbelaez

Algún día se tendría que vencer la resistencia.

 

Esa es una lección que le mostró Nairo Quintana al lote del Tour de Francia, al poder atacar con contundencia al campeón Chris Froome, quien parecía invencible. Una máquina.


En el inicio de la competencia en Holanda, en el paso por Bélgica y hasta en los Pirineos, el líder del Team Sky se mostraba intratable, indestronable y carente de fisuras.


Fueron los 248 kilómetros de las dos últimas etapas de alta montaña disputadas en los Alpes –preparadas en lo previo por el Movistar Team-, las que mostraron las debilidades del vestido de amarillo, quien este domingo reclamó su camiseta de campeón en un día gris y de lluvia en la ciudad luz.


“Creí morir. Nairo me puso contra las cuerdas y me llevó hasta el límite”, advirtió Froome, quien durante todo el Tour contó con el respaldo unánime del Team Sky, que se movió como una maquinaria aceitada. Esto se logra con amplio presupuesto, arduo trabajo científico y corredores totalmente convencidos de trabajar para un líder.


La pregunta siempre giró alrededor del keniata de 30 años que hace apenas cinco años era un ciclista del montón cuando era compañero de Mauricio Soler en las filas del Barloworld. ¿Hasta cuándo aguantaría tantas demostraciones de poderío como las realizadas hasta en la contrarreloj por equipos?


Sus resultados eran contundentes hasta antes de llegar a los Alpes. Mostraba un espíritu indomable –hecho a base de durísimo entrenamiento en el pico del Teide-, pero en las dos jornadas finales apareció el acento combativo de Nairo Quintana, Vincenzo Nibali, Alejandro Valverde –subió al podio por primera vez en el Tour- y Alberto Contador, pero este último acusando el desgaste del Giro que lo exprimió.


Sin embargo, cuando Nairo sintió que se llegaba al terreno adecuado, ese en el que se siente más cómodo, pudo poner en serios aprietos al campeón de la edición 102 de la Grand Bouclé.


La del corredor tricolor fue una sentencia anticipada: “atacaré en los Alpes”. Lo hizo y demostró que se podía romper la cuerda, para desnudar las debilidades de quien lucía imbatible. Todo fue tener paciencia, guardar fuerzas y mirar la cara de angustia de su máximo rival.


Este Tour le mostró a Nairo que hay que medir los esfuerzos como lo hizo esta vez, no dar espacio a sorpresas –tuvo una caída en la segunda etapa en Holanda debido a los vientos y la lluvia-, y anticipar en algo los ataques con esa dinamita que lleva en las piernas y que solo poseen ciclistas de tanta clase como Froome, Nibali, Contador y Valverde.


La prueba demostró que Nairo tiene con qué acabar con sus rivales en la escalada, siempre y cuando sea el único líder de su elenco. La gala francesa le indicó que debe llegar en lo previo con más ritmo de competencia, con mucha más chispa y correr en pruebas de antesala como el Dauphiné Liberé, pues comienza a tener más años y la plena forma tarda en volver al organismo. Algo normal. Tanto como la cuerda que se reventó.

 

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